MARISOL TORRES, LA ESCRITORA VIAJERA QUE «FURGONETEA» SOLA POR EL MUNDO. Por Ángeles Fernangómez

Sección: ÁgoraFEM

Viernes, 22 de marzo. 2024

“Me gusta estar en la carretera, vagabundear, conocer nuevos paisajes, nuevas gentes, nuevos caminos. Hacer Boondocking, término sajón que define muy bien esa forma de viajar que tanto me gusta. Y cada vez somos más las mujeres a quienes nos apasiona la aventura de “furgonetear” por ahí, solas. Mujeres solas que viajan en furgoneta, que hacen grupos, quedadas, que se ayudan, apoyan, que comparten unos días, un atardecer, las uvas y las campanadas, las risas y buenos vinos”.

Son palabras de Marisol Torres que comparte en sus redes sociales y, quien la conoce, sabe que lo expresado en ellas es completamente cierto.

Marisol Torres, en la «furgo» y con Blue

Así es ella, conserva intacta dentro de sí a la niña salvaje que fue (en la acepción natural, libre y hermosa de la palabra salvaje), la niña que soñó con tirachinas y consiguió su sueño. Como el cormorán, ella es observadora y paciente por naturaleza: En el verde esmeralda de sus ojos / anida la paciencia / su esperar avizor / la calma con la que observa el movimiento…/ -dicen sus propios versos referidos al cormorán y su paciencia. Posee intacta la capacidad de sorprenderse que nos mantiene jóvenes, es tan árbol como un árbol lo es, tan hierba como la hierba, tan río y tan mar como las aguas que los conforman, tan tierra, cielo, nube, bosque…, porque conoce que la naturaleza y el ser humano no son algo que actúen o vayan por separado, sino que son indisolubles, sabe que somos naturaleza, pero lo sabe a nivel orgánico, lo siente y lo experimenta incluso cuando viva en la ciudad, de la que no se queja porque también la disfruta, pero de la que escapa al campo en cuanto ve un resquicio.

Además de viajera impenitente, Marisol Torres es una gran escritora: poeta y narradora (relato y novela) y lo tiene muy presente a la hora de viajar, ya que expande poemas suyos y de sus amigos por el mundo: Literatura sobre ruedas y Traveling poems, rezan sus redes y escribió en la furgoneta que cruzó las Rocosas.

Marisol ha regentado durante años en el barrio de Lavapiés de Madrid El Dinosauro todavía estaba allí (El Dino), un gastrobar librería y lugar de eventos poético-musicales, donde si las paredes hablaran lo harían en verso o en notas musicales. Tal como se ha dicho, Marisol es poeta y novelista con alta cualificación en el oficio, mujer lectora y de culta humanidad.

A la hora de viajar, le gusta llevar su casa a cuestas, y también la casa la lleva a ella, porque “furgonetea” y es una gozada visitar su hogar de ruedas donde no falta detalle. Viaja sola, pero no está sola porque comparte y se comunica con gente interesante por el mundo, con algunos ha contactado previamente por redes sociales, a otros se los tropieza por la vida. Lo mismo charla con los pescadores que salen a faenar para seguirles la pista, como se mete en el río Yukon a buscar oro con las gentes del lugar. Quiero un charco de barro donde pueda / ahogar a las crisálidas del tedio… –dicen sus versos-.

En justicia, no podemos decir que sea del todo cierto lo de que viaja sola, porque lo hace con Blue, su compañero yorkshire al que le gusta viajar tanto como a ella y que lleva recorrido más mundo que el perro de Tintín. Hasta burla ella al conductor de autobuses del Cañón del Colorado para poder colar a Blue en el transportín camuflado entre ropa, ya no permiten animales. Y él no dice ni mú, para no ser descubierto. Con ella cruzó Canadá y Alaska en aquel viaje prepandémico que muchos hicimos con ellos dos, cierto que sí, porque cada noche, Marisol hacía, a través de Facebook, una crónica del día tan bien escrita que, al terminar de leerla, sentías que todo lo que transmitía lo habías vivido tú misma también. Ya se ha dicho que es una gran escritora, por eso consigue que el lector se meta en la trama y la haga suya, así lo hacen los buenos:

“Mientras en España dormíais, pasadas las nueve de la noche canadiense, Blue y yo nos embarcamos en furgoneta y comenzamos un viaje que duraría dos meses y más de 13.000 kms.” (por Canadá y Alaska).

Pero hablemos con Marisol Torres:

Ángeles Marisol, cuéntanos tú misma cómo fue aquel viaje cruzando The Rocky Mountains y el río Yukon. Intenta hacer un poco de resumen, aunque cueste sintetizar, y hablar de lo que más te marcó y qué consideras que aprendiste.

MarisolFue como el gran viaje: un territorio inmenso, casi deshabitado, de naturaleza salvaje y gentes amables. Mi gran reto fue, precisamente, la soledad. El saber que puedo estar dos meses sola sin sentirme agobiada. Lejos de eso, me sentí absolutamente feliz.

Tuve algunos encuentros memorables, hice paellas para muchos canadienses, compartí poesía con poetas locales y fui repartiendo los versos de mis amigas poetas por aquel territorio salvaje. Compartí cafés y vinos con algunos grupos de nativos (allí se llaman First Nations). Ya sabes como adoro la naturaleza, imagina despertar cada mañana en esos lugares limpios, por donde parece que el ser humano no ha pisado. Trece mil kilómetros de aventuras.

A – ¿Sentiste miedo en alguna ocasión por el hecho de ser mujer que viaja sola? Si así fuera, ¿cómo lo gestionaste?

M – La verdad que no. Tanto Canadá como Alaska son lugares muy seguros, yo ya había viajado un poco sola por Canadá, quizá esa sensación de sentirte a salvo me decidió a recorrer esos parajes. Claro que tuve cuidado. Si no me sentía cómoda en algún lugar donde había elegido pasar la noche, buscaba otro. Siempre encuentras viajeros en furgo, o esas enormes autocaravanas que se gastan los americanos, y aparcar junto a ellos, aparte de darte ocasión de  conversar y compartir, te arropa un poco. El único problema por allí son los osos. Ahí sí que tuve un par de encuentros de los que te hacen temblar las piernas.

A – ¿Qué relación has mantenido hasta ahora entre tus viajes y la poesía (o Literatura en general)?

    M – La literatura es parte de la vida, de la mía al menos, por lo que siempre está presente. Si encuentro grupos locales de poetas trato de quedar con ellos. Y siempre leo a los autores de los territorios que recorro, ellos son quienes me “presentan” su casa. Creo que leer en la adolescencia a Jack London, Kerouac, Whitman, me marcó, me hizo ser un poco nómada. O quizá ya lo llevase yo de serie, como escribió Robert Service el poeta del Yukon: Hay una raza de hombres inadaptados, una raza que no puede estarse quieta, rompen el corazón de sus parientes y amigos mientras vagan por el mundo a su albedrío. Recorren las llanuras, navegan sin rumbo en los ríos y escalan las cumbres de las montañas. Llevan en su interior el sino de la sangre gitana y nunca aprenden a descansar

    A – ¿Cuál es el leitmotiv que te impulsa al viaje?

    M – El descubrimiento, la aventura, ese temblor impreciso que te hace cosquillas cuando miras un mapa. Este maravilloso planeta es tan grande, tan diverso, tan hermoso que merece ser explorado.

    Nanaimo, isla de Vancouver

    A – Hemos hablado del viaje a Canadá y Alaska, pero este no es el único viaje “furgoneteando” por el mundo. Cuéntanos más aventuras.

      M – Este ha sido el más largo, hasta el momento. He recorrido toda la costa oeste de los USA, desde Seatle a Los Angeles, una preciosidad. Europa, casi de punta a punta; algo del norte de Africa… Acabo de volver del sur de la península, desde Palos de la Frontera a Sagrés, ya en el Algarve portugués, siguiendo las huellas de los navegantes, que me fascinan. Y ahora, ya jubilada, el mundo me espera, vaya que sí.

      A – Es indiscutible que mujeres como tú marcáis un hito en la historia de las mujeres libres, que no viven a la sombra del hombre y bajo su “necesaria” protección. ¿Qué tienes que decir sobre esto?

      M – Que no somos tan «rara avis». Cada vez más mujeres siguen sus propios caminos, y en el caso concreto del mundillo furgonetero, te sorprenderá saber que de ese diez por ciento de viajeros que no son pareja, casi el 100% son mujeres que viajan solas. Y son solidarias, divertidas, resolutivas y dispuestas a recorrer el mundo. ¿Solas? Si hay hombres dispuestos a caminar al lado, ni sobre ni bajo, solo al lado… perfecto. Si no es así, como decía mi abuela, mejor sola que mal acompañada.

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      En «El Dino…». Foto de Ela Rabasco

      Pues es más que evidente que a Marisol Torres ya no habrá quien la frene -ni falta que hace- en la consecución de su claro objetivo de conocer el mundo y vivirlo plenamente, seguir las sendas aventureras y furgonotear, máxime cuando ahora comienza su periodo vital de júbilo, liberada ya de la larga etapa laboral que ha ocupado su vida. Se dará por bien empleado, aunque haya que despedirse del emblemático Dino de Marisol en Lavapiés, donde tantas noches rodaron los versos entre notas musicales, copas de vino, abrazos, risas y exquisitas croquetas. Se lleva también el cariño inmenso de tantos amigos y todo estará bien siempre que nos prometa compartir sus viajes desde la escritura y hacer que soñemos con las experiencias de sus sueños cumplidos. Feliz aventura en tu nueva etapa.

      AGUA DE MARTILLOS – Poema de Marisol Torres
      Tr’ondëck Hwëch’in (*)

      Llegaron pura plaga de viruela
      todo el bosque temblaba con sus hachas
      amasaron la tierra y la escupieron
      vomitaron piedras amontonadas
      y expoliaron el aire, el río, el agua

      Se quebraron al hielo los últimos salmones
      las orillas del Klondike arrasadas
      las verdes auroras en el cielo de Marzo
      no escuchan vuestros cantos susurrados al viento
      allí donde los dos ríos se abrazan

      Hace un siglo clavasteis las últimas estacas
      Thron-diuck, “Agua de martillos”
      para tender las redes
      la esperanza
      la vida bajo el hielo del invierno
      la tierra que os ha sido robada


      (*) En 1896 se descubrió oro en el Yukon (Canadá) en la confluencia de los ríos Yukon y Klondike, que albergaba abundantes poblaciones de salmón y durante cientos de años fue utilizada por los Trʼondëk Hwëchʼin para la pesca y el secado del salmón. La avalancha de buscadores blancos no sólo impidió que los Trʼondëk continuaran con sus actividades ancestrales, también supuso el contagio a los nativos de enfermedades nuevas y devastadoras para ellos. Finalmente, los Trʼondëk Hwëchʼin se trasladaron a Moosehide, al sur, sobre el río.

      Marisol Torres Galán (1959) nació en Navaltoril (Valle del Gévalo, Toledo), donde pasó su infancia afilando la puntería con el tirachinas, aprendiendo los nombres y propiedades de las plantas y coleccionando mariposas.

      Heredó de su abuela paterna el gusto por los libros. Estudió Derecho, trabajó en la industria farmacéutica y regentó la Librería-Restaurante «El Dinosaurio todavía estaba allí» en el madrileño barrio de Lavapiés hasta su jubilación.

      PUBLICACIONES:
      Poesía: La resistencia del baobab – Bilingüe (Edit. Lastura, 2019)
      Novela: Señalar un naufragio (Edit. Huerga&Fierro 2017) / Los años del coma (Edit. Canalla, 2013)
      Relato: Cabotaje (Edit. Baile del Sol 2015)
      Ensayo: Ayahuasca, el viaje interior (Edit. Punto de Mira, 2018)
      Cuentos y poemas en:
      Álora, la bien cercada (Revista de Letras, Alora, 2017) / Refugiamos (Edic. Lastura 2016) / La carne despierta (Gens Ediciones 2013) / Poemáticas naturales (Ed. Entricíclopes 2013) / 44 mundos a deshoras (Ed. Adeshoras 2013) / La petición (Ed. Amargord 2012) / La vida es un bar (Ed. Amargord 2011) / Cuchillo en la piel (AOLDE 2010).


      Ángeles Fernangómez fotografiada por Pilar Escamilla

      Ángeles Fernangómez es una poeta y narradora leonesa residente en Madrid.

      Cursos de Periodismo, Poesía y Literatura creativa. Creadora y Coordinadora del Grupo de Encuentros poético-artísticos Poética en GredosCofundadora de la Asociación Versos Pintados del Café Gijón (pintores y poetas). Organización y Coordinación de Ciclos como La Literatura Temática.

      Publicaciones en revistas: Alkaid, R.Universidad Quintana Roo (México). Visítame Magazine (N.Y.) entre otras. Un buen número de colaboraciones en antologías (poesía y relato), tales como: 50 poetas contemporáneos de Castilla y León, Encuentros en Sambara, El Quijote en el Gijón, En una Ciudad Lineal, Versos Pintados, La mujer en la poesía hispano-marroquí, Filando cuentos de mujer, Amor se escribe sin sangre…

      Coautora de Guiones e interpretaciones de Performances literarias: Profanando la letra, diálogos a cuerpo abierto o la de, Sylvia y Anne, oscuras novias conspiradoras.

      Publicaciones en solitario (Poesía): Chupitos Poéticos (Poesía breve 2011-Edit.: Los Libros de Umsaloua) y Poemarios Papel Albal (2016) y Ven a mi burdel (2021), Huerga y Fierro Editores.

      Finalista premios:  “I Certamen Jirones de Azul”, “Premio María del Villar” o Certamen “Les Filanderes”

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