EL PESO DE LA SOCIEDAD DE LA IMAGEN. Por Irene Fidalgo López

Sección: Escriben nuestras jóvenes

Miércoles, 24 de abril. 2024

Una de las constantes amenazas a las que nos enfrentamos en la nueva sociedad es el peso del juicio de los demás sobre nosotras mismas: cómo vestimos, cómo actuamos, qué autoestima tenemos y, de forma mucho más general, cómo nos vemos, es decir, cuál es nuestro aspecto, lo que, invariablemente, pasa por el odioso control sobre el peso de nuestros cuerpos. Aunque podría afirmar que este problema solo atañe a las mujeres, en realidad esto ya no es así en la actualidad, sino que tanto hombres como mujeres se ven sometidos a una constante evaluación por parte de sus pares.

Nos desarrollamos en una sociedad consumista por naturaleza. Todo lo que vemos y parece mejorar nuestra calidad de vida lo queremos para nosotros. Lo mismo sucede con todo aquello que se promociona desde un punto de vista estético. Aunque no seamos conscientes de ello, somos incapaces de respirar fuera de la burbuja que se ha creado a través de los medios de comunicación y la constante propaganda que persiguen: la imagen ideal. Resulta casi asfixiante moverse entre toda una infame marabunta de rostros y cuerpos perfectos. Por eso resulta refrescante ver algunas series en las que los actores no parecen maquillados para andar por casa, no llevan peinados de peluquería al trabajo o parecen comprar la ropa en Primark en vez de llevar los nuevos diseños de la semana de la moda de Versace. Estoy hablando de la serie policíaca Vera que, aunque alejada de mis gustos en series, captó mi atención desde el primer momento. Los personajes de la serie parecen, realmente, lo que tienen que ser: personas a imitación de la realidad, verosímiles, algo que el cine ha parecido olvidar con los años, llenándose de rostros demasiado perfectos.

Vera presenta una serie de personajes muy bien matizados, acordes con la realidad que se pretende reflejar. Lo mismo sucede con los paisajes, las casas y los lugares de tránsito entre los diferentes actantes. No hay un solo decorado en toda la serie que se salga de los cánones de la minuciosa observación de la realidad. Los personajes visten de manera sencilla, sin pretensiones, incluso con algunos elementos chirriantes o discordantes en los colores o tejidos elegidos, algo que fácilmente puede traducirse a la vida diaria cuando apenas tienes tiempo de pensar en qué ponerte para ir a trabajar. Los peinados de los actores también muestran estas mismas características: no buscan la perfección, sino que lucen como muchos de nosotros podemos llevar el cabello en nuestro día a día, ya bien sea recogido en un moño que se bambolea de un lado a otro o bien suelto y peinado sencillamente. Lo mismo sucede con el maquillaje de los actores. ¡Por fin una serie donde no parece que todos ellos, en vez de ir al trabajo a perseguir a criminales, van a la alfombra roja!

Hace años que Hollywood parece alimentarse con las decepciones de la apariencia de sus espectadores, pero, por un momento, ha decidido pausar sus ambiciones y presentarnos una de las pocas series en las que se puede respirar un aire de cotidianidad que a todos nos hace falta, porque el cine puede presentar un escape para la vida diaria, una ansiada catarsis, pero, al igual que las imágenes que vemos todos los días en redes sociales, se puede convertir también en una fuente de comparaciones ridículas. ¿Será el gran mal de este siglo la poca verosimilitud que existe en todos los medios de comunicación? ¿La insaciable búsqueda de acomodar nuestras pretensiones a aquello que se empeñan en reflejar las plataformas?


Irene Fidalgo López, es una joven escritora que tras estudiar el grado en Lengua española y su literatura en la facultad de León, actualmente se encuentra cursando un Máster en Formación del profesorado. Su interés por la literatura de lo insólito la ha llevado a colaborar en las residencias de verano con el grupo GEIG de literatura de la universidad de León.

Interesada por la lectura y escritura desde una edad temprana, comenzó su andadura por el mundo literario de su ciudad natal recitando en el Ágora de la Poesía y uniéndose posteriormente al joven colectivo #PLATAFORMA, con quienes ha participado en diversas performances poéticas y en publicaciones colectivas. Además ha participado también en las antologías colectivas de escritoras leonesas dedicadas, con motivo del 8 de marzo, a diversas escritoras como Josefina Aldecoa (2019) Alfonsa de la Torre (2020) Manuela López García (2021), así como en diversos encuentros como Escritores por Ciudad Juárez – León o la celebración del Día de las Escritoras, también en León.

Cuenta en su haber con el poemario Tiempo en calma con la editorial Mariposa Ediciones. 

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