PROSTITUCIÓN: LA COMPRA-VENTA DE LOS CUERPOS. Por Mara Amo

Sección: CON VOZ Y VOTO. Escriben nuestras jóvenes

Miércoles, 17 de abril. 2024

Mujeres semidesnudas que posan en un escaparate con luces de neón y miran a los ojos a los transeúntes impresionados. Mujeres que muestran su cuerpo cual simple mercancía para atraer a clientes que pasen dos cuartos de hora con ellas y así poder ganarse un sueldo. Mujeres que incluso pagan para exponerse así en un escaparate, para publicitar su trabajo. Es, para muchos, una de las vistas más impactantes y horribles de la bonita ciudad de Ámsterdam, concretamente en el Barrio Rojo, donde, efectivamente, mujeres se contonean semidesnudas en un escaparate, insinuando sus servicios. Mientras que en Holanda la prostitución se considera un empleo válido y lícito, en otros países como el nuestro es ilegal. Sin embargo, su práctica está igual de extendida y es algo que a menudo genera controversia. ¿Debería legalizarse la prostitución?

Imagen real del Barrio Rojo de Ámsterdam. Actualmente, fotografiar a las prostitutas allí expuestas está prohibido.

En España, la prostitución genera unos 10 millones de euros al día, mucho más de lo que mueve la industria del calzado. Nuestro país es considerado por la ONU como el tercer país del mundo en la demanda de prostitución, a la cabeza de toda Europa. De hecho, según este organismo, un 39% de los varones españoles han pagado alguna vez por estos servicios. Aún así, recabar cifras tanto nacionales como mundiales de esta práctica resulta prácticamente imposible, al igual que penar. En 2022, en todo el país se identificaron 564 víctimas de explotación sexual, de las cuales el 95% eran mujeres. Sin embargo, los datos muestran que hay muchas más, pues España, según el Ministerio del Interior, es un país de tránsito y destino de la trata de seres humanos para estos fines, debido sobre todo a su localización, cercana al continente africano, y a sus lazos culturales con Latinoamérica. Sin embargo, las cifras solo se obtienen de lugares públicos y las calles, mientras que gran parte del negocio se produce en la clandestinidad, por lo que dificulta la investigación y la justicia. 

En primer lugar, para posteriormente profundizar en el tema, es importante conocer la diferencia entre “prostitución” y “proxenetismo”. Mientras que la prostitución es ejercida “voluntariamente” para ganar dinero, el “proxenetismo” es lucrarse con la prostitución ajena, es decir, con la explotación sexual. Aunque las cifras no sean certeras, se conoce que una gran parte de las miles de prostitutas en España son víctimas del proxenetismo. Suelen ser extranjeras, la mayoría latinoamericanas, y las prostitutas españolas representan tan solo un 20% del total. Se estima que en el país hay alrededor de unos 1600 locales de alterne, aparte de la ingente cantidad de pisos privados y las prostitutas de lujo, conocidas como “escorts”, que representan un 5%. Sin embargo, los pocos datos que se conocen no logran retratar la cruda realidad de muchas mujeres y tampoco dejan vislumbrar el entramado de mafias de proxenetas y el modus operandi con el que engañan a las víctimas.

La Colonia Marconi, en Madrid, y el Barrio Raval, en Barcelona, son algunos de los lugares donde la prostitución está concentrada: se estiman unas 400 mujeres en la calle.

Uno de los casos más sonados del año pasado, en nuestro país, fue la desarticulación de una de estas redes proxenetas en Valencia. En este caso, compraban a las mujeres de otras organizaciones de trata de personas, bien alemanas o bien rumanas, y las explotaban para obtener entre 300 y 400 euros al día. Si no llegaban a esas cifras, eran torturadas: les rapaban la cabeza, les daban latigazos con cables, las exhibían desnudas en pleno invierno… Cuando por su edad dejaban de ser útiles para el negocio, solían convertirse en “madame”, es decir, que se volvían partícipes del propio delito controlando al resto de prostitutas.

Este es tan solo uno de tantos casos en el mundo. Las mafias suelen manipular a las mujeres de pocos recursos ofreciéndoles trabajo y un sueldo en España. Les compran el billete de avión, el alojamiento, la comida… y cuando llegan al país les obligan a pagar esa “deuda” interminable a través de servicios sexuales, por lo que quedan atrapadas en esa eterna red hasta que alcanzan cierta edad. Lamentablemente, es complicado detener a este tipo de mafias tan asentadas y unidas entre sí, e incluso a veces los proxenetas operan confabulados con la policía o políticos corruptos, según afirma la OIM. Además, las víctimas se muestran reticentes a colaborar con la policía, pues en la mayoría de los casos son inmigrantes ilegales, “sin papeles”. Lo único que tenemos claro en este asunto es que vemos y sabemos mucho menos de lo que realmente ocurre.

Uno de los hechos que más me estremecen de todo esto que no conocemos en profundidad es la prostitución infantil. Se cree que alrededor de 3 millones de niños y niñas están actualmente en redes de prostitución y explotación sexual, aunque la cifra podría ser mucho más alta. Esto es propiciado por la trata de personas o situaciones de pobreza. Es un negocio que, por desgracia, genera ingresos, ya que los niños son más dóciles y hay algunas creencias culturales que llevan a adultos a mantener relaciones sexuales con jóvenes vírgenes o de poca edad. Los expertos apuntan a México y América Latina como los lugares donde más se desarrolla este tipo de esclavitud, además de en Asia. Sea donde sea, estas prácticas deplorables causan estragos irreversibles en el desarrollo de los infantes.

Fotografía de una campaña publicitaria contra la prostitución infantil, que condiciona para siempre la vida de los niños con problemas psicológicos como la depresión, la falta de autoestima. etc

Sin embargo, la prostitución “voluntaria” no representa a una minoría: hay mujeres que trabajan en las calles sin ser directa y externamente forzadas a ello, pero sí que hay factores que hacen que estas mujeres se vean obligadas a ejercer este tipo de trabajo. En primer lugar, la necesidad. Personas con pocos recursos y opciones de trabajo recurren a la prostitución, que genera grandes y rápidos ingresos. Todo ello lo explica Kenia García, una trabajadora sexual que pertenece al colectivo de Prostitutas de Sevilla, y además añade que la prostitución la ejercen «madres solteras que acuden al trabajo sexual porque les permite la conciliación familiar». Aunque uno de los argumentos a favor de la legalización de la prostitución defienda que muchas mujeres desean y disfrutan ejerciendo este trabajo, yo personalmente dudo de que esto sea una realidad. No solo por lo degradante y vejatorio que resulta, sino por las consecuencias que acarrea.

Las prostitutas contraen enfermedades de transmisión sexual, como el sida o las ladillas, además de que tienen embarazos no deseados y abortos precarios. Esto se debe a las pésimas e insalubres condiciones en las que se desarrollan estos servicios. De hecho, se estima que un 45% de los clientes exigen a la trabajadora sexual mantener relaciones sexuales sin preservativo y, además, tras la consumición de estupefacientes como la cocaína. Por tanto, sí, no solo es cosa de películas: el mundo de la prostitución está íntimamente relacionado con el de las drogas y las adicciones. Muchas de las prostitutas sufren, además, desórdenes alimenticios y poca salud mental por el estrés psicológico, entre muchos otros trastornos. En ocasiones, la prostitución también deriva en la muerte: de 2010 a 2021, fueron asesinadas 60 prostitutas.

Muchas personas piensan que, con la regulación de la prostitución, estos crímenes se erradicarán y las prostitutas estarán más seguras y amparadas por sus derechos como trabajadoras legales. También defienden que todas las personas son libres y no se debería prohibir que cada mujer decida hacer lo que quiera con su cuerpo, aunque sea prostituirlo. Las feministas que apoyan su legalización se denominan “regulacionistas” y aclaran que toda mujer que lo desee tiene el derecho a ejercer ese trabajo siempre y cuando no sea obligada y explotada. También consideran que sí que existe el consentimiento en la prostitución y que esta puede ser una manera de independencia económica respecto a los hombres.

La polémica feminista entre las abolicionistas, es decir, las que están contra la prostitución, y las regulacionistas se vienen produciendo desde finales del siglo XX

No obstante, en mi opinión, regular la prostitución sería admitir sin reparos que la humanidad se encuentra en una vorágine consumista y de deshumanización. Aunque es cierto que los argumentos de las feministas regulacionistas son de peso, legalizar esta práctica haría que se difundiese en la sociedad un pensamiento de cosificación de la mujer y de las personas en general, como si fueran máquinas para complacer los deseos propios, y las relaciones sexuales dejarían de ser algo íntimo, si es que lo sigue siendo. Además, habría que plantearse si la prostitución, vender el propio cuerpo, es un trabajo digno o si las mujeres que recurren a ello lo hacen por extrema necesidad y falta de recursos económicos, y no porque se pueda relacionar a la prostitución con el placer mutuo.


Deja un comentario