Sección: Palabra de mujer
Sábado, 13 de abril. 2024
Si seguimos hablando de la relación entre mujer y lenguaje en torno a la palabra madre, después de los dos artículos anteriores (De madres y mamás y De embarazos a mamandurrias), no podemos olvidarnos de los significados connotativos de esta palabra y de la variedad de frases hechas formadas en español sobre ella, pues madre, como decimos en el título, es alumbradora de otras palabras. Y es que madres, en sentido lingüístico, sí hay más que una. En realidad, hay otras muchas madres figuradas que hemos mentado miles de veces. De ellas vamos a hablar.
Desde ¡la madre del cordero!, que muestra nuestra sorpresa, hasta ahí está la madre del cordero, para destacar el dato más importante o el meollo de algo, encontramos frases hechas variopintas con el vocablo madre. La madre del cordero es una expresión documentada desde el siglo XVIII que resulta un tanto extraña y, a pesar de que en algunas zonas del español se dice la madre del borrego, tal vez no tenga que ver con la oveja. El cordero de Dios era en la Biblia Jesús, que se sacrifica por el género humano lo mismo que el cordero que se sacrificaba en la pascua judía, por eso podría tener un sentido religioso y aludir a la Virgen.
Cuando usamos la palabra madre en la lengua coloquial, no siempre, al mencionar este término, hablamos de la madre que nos trajo al mundo, pues además de esa, hablamos también de las madres de leche que amamantan a hijos no biológicos, de esas mujeres llamadas madres porque actúan como tales por el afecto que derraman o de las mujeres que son iniciadoras de algo, por ejemplo, Marie Curie fue la madre de la física moderna. Con sentido metafórico, también usamos la palabra madre en frases como la paciencia es la madre de la ciencia, la ignorancia es la madre de todos los males…
En el idioma español usamos otras muchas expresiones con la palabra madre. Todos los hablantes entendemos lo que es sacar de madre algo o salirse de madre. Esta palabra puede aludir tanto al hecho de salir del cauce o comportamiento habitual ─madre significa también cauce de un río o arroyo─ como al hecho de que caiga o salga la madre (útero) por la vagina. Y, si nos desmadramos, en sentido figurado, podemos perder la vergüenza y correr el riesgo de ir por el mundo como nuestra madre nos parió o Dios nos trajo al mundo.
Expresiones como ¡la madre que te parió! o ¡p´a tu madre!, en tono exclamativo, pueden convertirse en un insulto o, al menos, en manifestación de disgusto o de sorpresa, lo mismo que ¡mi (tu / su) madre! Y sería grave ofensa si mentamos a la madre ─ya de porsí esta expresión tiene sentido peyorativo─ con la frase escatológica ¡me cagüen (me cago en) tu madre! El insulto llegaría a un grado mayor de intensidad si además se presenta a la madre practicando el oficio más antiguo del mundo, y se dicen frases como ¡tu puta madre!, ¡cagüen la puta madre que te parió!, ¡hijo de puta!, ¡hijo de perra! O, simplemente, con dedicarle a alguien la exclamación ¡hijo de tu madre! Sorprende, sin embargo, que, en ocasiones, la palabra puta adquiera connotaciones positivas y se convierta, al unirla a madre, en una manifestación de alegría o satisfacción personal, cuando le anteponemos la preposición de y decimos de algo que es ¡de puta madre! Y es curioso que, a veces, estos insultos, proferidos contra quien ha provocado una situación enojosa, no solo tienen como protagonista a la madre del ofensor, sino que viajan hacia atrás en el árbol genealógico y echan mano de los antepasados desaparecidos a los que mientan con la expresión ¡me cagüen tus muertos!
Palabras o expresiones interjectivas como ¡madre! o ¡ay madre! son manifestaciones de sorpresa o pena de uso frecuente. Y, si les añadimos el posesivo de primera persona, pasan a significar también preocupación o miedo, con distintas variantes: ¡ay madre mía!, ¡madre mía!, ¡madre mía de mi corazón!, ¡anda, mi madre! Estas expresiones parecen tener un origen religioso y serían una súplica referida a la Virgen, lo mismo que ¡madre de Dios! o ¡madre del amor hermoso! Y, desde luego, expresión religiosa es hablar de la santa madre Iglesia.
¡Te lo juro por mi madre!, pronunciamos para dar firmeza a una promesa. Y cuando hablamos de una persona muy poco conocida decimos de ella que no la conoce ni su madre, aunque no sería extraño que eso ocurriera si los hijos son muy numerosos y acuden a un mismo lugar ciento y la madre. Es posible que, entre tanto, haya alguno que deteste los compromisos y no se case ni con su madre o que decida irse con su madre gallega a buscar fortuna.
Tradicionalmente parece que la peor madre es una que ejerce de tal sin serlo: la madrastra, que ha pasado de ser una persona a convertirse en un personaje literario, con una imagen característica de mujer de carácter malvado. A nuestra mente, como prototipo, acude, sin duda, la madrastra de Blancanieves, del cuento de los hermanos Grimm. Tampoco la sociedad suele tratar bien a la madre política que, con el nombre más popular de suegra, ha sido objeto de todo tipo de críticas negativas y chistes maliciosos. En el refranero ─aunque este artículo no lo abarca─ la suegra es protagonista aventajada: Suegra, abogado y doctor, cuanto más lejos mejor. A la suegra podemos dedicarle en otra ocasión un artículo específico.
En cuanto a esa otra madre, la madre Patria, la actitud es diversa. No es vista igual por las personas que han tenido una relación serena con ella que por aquellas otras para las que esa madre se ha transformado en una madrastra que ha privado a sus hijos de su protección, los ha desterrado lejos e incluso los ha tratado cruelmente a lo largo de la Historia. Y hay otra madre que también protege a sus hijos, aunque estos no cuiden de ella: la madre naturaleza.
Y hay madres de sabores y de enfermedades. Cuando algo sabe a madre no hablamos del amor de madre, sino del sabor al baño de pez con el que se revisten determinados recipientes. Tampoco son nuestra madre las heces del vino o vinagre que se depositan en el fondo del recipiente, aunque sean llamadas así. Y como la palabra madre también significa útero, relacionado con ese significado, está el llamado mal de madre o histeria, enfermedad que se consideraba femenina, porque aludía a trastornos del útero, que se suponía que se movía por el cuerpo y provocaba desequilibrios nerviosos, según apuntaba Platón. Precisamente la palabra histeria procede del griego hystera, que significa útero. Este mal está descrito desde Hipócrates y se consideraba que iba ligado a la insatisfacción sexual. Por ello, en la época victoriana, se consideraba una enfermedad propia de mujeres. Esa “locura especial” de la mujer ha servido durante siglos para ejercer un control social sobre ella.
El lenguaje siempre está ahí para reflejar lo que pensamos, lo que somos y lo que hemos vivido, por ello, seguiremos hablando de este tema… Aquí, en Palabra de mujer.
Margarita Álvarez Rodríguez, esta lingüista y profesora nacida en la localidad omañesa de Paladín (León), se licenció en Filología Románica por la Universidad de Oviedo, tras lo cual ha ejercido de profesora de Lengua y Literatura en Madrid durante cuarenta años, sin olvidar su faceta de investigadora, escritora y divulgadora siempre en relación con las palabras. Ha publicado , en distintos medios, muchos artículos, y también pronunciado conferencias tanto sobre el castellano como sobre el leonés, en los que refleja las peculiaridades de la lengua coloquial, en un tono ameno y con finalidad divulgativa. Esa faceta también la ha dejado plasmada en publicaciones como El habla tradicional de la Omaña Baja (2010), un estudio filológico sobre el habla de esta comarca leonesa, o, más recientemente, Palabras hilvanadas: el lenguaje del menosprecio (Ediciones del Lobo Sapiens, 2021), un libro que debería estar en las bibliotecas de todas las casas.
Y, además de microrrelatos y poesía, que nos va dejando tanto en su blog como en antologías diversas (una de las últimas 17 diversas, de Marciano Sonoro Ediciones. León, 2022), y de la redacción y puesta en escena de los guiones de muchos recitales poéticos, es autora de los cuentos infantiles Buscando la sonrisa de las nubes (2014) y Abriendo ventanas al cielo (2019)
Podéis conocer más de sus escritos en su blog http://www.larecolusademar.com/