El amor romántico. Por Manuel Casal

Sección: Con firma masculina. Vocabulario feminista 2

Sábado, 4 de marzo. 2023

El amor romántico es una forma de concebir el amor que sobrevalora los sentimientos por encima del placer, de la generosidad o de cualquier otro elemento que pueda intervenir en la relación amorosa.

Psique reanimada por el beso de Eros, de Antonio Canova. Museo del Louvre. Fuente: Wikipedia

Es heredero del romanticismo, de carácter conservador, que llegó a España a lo largo del siglo XIX y que perdura hasta la actualidad, teniendo una etapa intensa en el último tercio del siglo XX. En este periodo se advierte de manera destacada especialmente en el folklore popular, en las llamadas radionovelas y en el cine.

Tristán e Isolda, un prototipo literario de amor romántico. Fuente: Wikipedia

Durante el franquismo, incluso después, se educó a las mujeres desde su infancia en este estilo de amor romántico. Se valoraba, sobre todo, lo que la mujer sentía y el grado de enamoramiento que albergaba, más que cualquier proyecto racional orientado hacia una realización humana de su propia vida personal.

El símbolo tradicional del amor romántico es el de un corazón atravesado por una flecha. Algunos ponen el origen de este símbolo en el siglo VII a.C., en la antigua ciudad griega de Cirene, en la actual Libia. De allí era originaria el silfio, una planta cuya vaina tenía forma de corazón, y a la que se le atribuían poderes anticonceptivos. De aquí que la forma de esa vaina simbolizara primero el sexo, y, luego, el amor. Posteriormente se asoció con el amor romántico a Cupido, dios del deseo amoroso en la mitología latina. Se le suele representar como un niño, a veces con los ojos vendados, para hacer ver que el enamorado no ve los defectos de la otra persona. Cupido dispara flechas con la punta de oro para hacer aparecer el amor, y con punta de plomo para ocultarlo.

Venus vendando al Amor, de Tiziano (1565) Fuente: Wikipedia

Veamos algunas características que presenta este amor romántico, varias de las cuales son comunes a lo que se entiende por una concepción tradicional del amor.

En primer lugar, el amor romántico es exclusivo, en el sentido de que no se podrá amar a nadie más que a la persona amada.

Es, también, incondicional, es decir, que se amará a quien se quiera, pase lo que pase y con independencia de las condiciones que se den.

Un corazón atravesado por una flecha es el símbolo del amor romántico. Fuente: Wikipedia

Se considera que es un amor eterno, para toda la vida.

Se entiende que la mujer está llamada a encontrar en la vida su media naranja. Este es uno de los mitos más perniciosos que encierra el amor romántico, porque parte de la idea de que las mujeres no son personas plenas, maduras ni autónomas. Por el contrario, necesitan a otra persona, pero no para relacionarse con ella, sino para que gracias a ella puedan ser y vivir con un mínimo de seguridad vital. Este tipo de amor entiende que las mujeres no son naranjas enteras, sino medias naranjas que deben encontrar su otra mitad.

El ideal que le ofrece el amor romántico a la mujer es que encuentre su príncipe azul, nombre que, al parecer, se deriva de una leyenda rumana del siglo XIX. Se le llama azul por su carácter aristocrático, en el mismo sentido en el que se dice de ellos que tienen la sangre azul. Aparece en varios cuentos infantiles. Lo que debe hacer la mujer es encontrarlo, enamorarse de él, casarse, tener hijos y ser así feliz para toda la vida. Esta es una propuesta machista, puesto que al hombre no se le habla de que busque su princesa. El hombre puede vivir fácilmente sin princesas o con varias de ellas, como quiera. 

El Príncipe azul, otro de los mitos del amor romántico. Fuente: Wikipedia

Normalmente el amor romántico se interpreta solo como heterosexual.

Quienes lo profesan lo consideran universal, en el sentido de que no conciben la existencia de otra forma de amor.

El amor romántico lleva implícita una fidelidad entendida como que los deseos sexuales deben ser satisfechos únicamente con la persona amada. Esto afecta, sin embargo, desde el punto de vista popular, solo a la mujer. Al hombre se le tolera con mucha mayor facilidad sus posibles infidelidades. Hasta 1978 existía en España el delito de adulterio. Es curioso que el marido podía decidir si su esposa, en el caso de que fuera condenada a pena de cárcel por adúltera, cumplía o no su condena.

En este amor tienen cabida los celos, incluso entendidos como frutos derivados del amor. Hoy la psicología muestra que, por el contrario, los celos no son consecuencia del amor, sino de la inseguridad en sí mismo, de una escasa autoestima y de un malsano e injustificado sentido de posesión de la otra persona. Las actitudes violentas que aparecen en algunas relaciones amorosas provienen a veces de una situación de celos.

Rita Hayworth y Glenn Ford en una escena de celos en la emblemática película de «Gilda». Fuente: Wikipedia

La violencia y el amor romántico están más relacionados de lo que a primera vista puede parecer.

En este tipo de amor se suele establecer una dependencia de la mujer respecto del hombre, y esto hace que aquella tolere los comportamientos violentos que pueda sufrir por parte de este, dado que no tiene otro remedio. A veces estas mujeres, después de que sean agredidas por su pareja, lo justifican con expresiones como que “En el fondo es bueno”, “Yo sé que me quiere”, etc. El enamoramiento sentimental que sufren y la dependencia múltiple en la que viven impiden que puedan captar con realismo su situación y que sean capaces de romper los lazos que les unen con los hombres que las maltratan.

Estas características con las que se vive el amor romántico encajan dentro del patriarcado, puesto que en él la mujer es entendida como un ser inferior al hombre, sin que pueda gozar de todos sus derechos ni de sus privilegios.

Próximo capítulo: Androcentrismo



Manuel Casal (San Fernando (Cádiz), 1950) es licenciado en filosofía por la U.C.M. y Catedrático de filosofía de Enseñanza Secundaria. Ha publicado varios libros explicativos de los textos propuestos para las pruebas de acceso a la Universidad, así como el titulado En pocas palabras. Aforismos. Ha participado en otros trabajos colectivos de diversa temática, como Mensajes en una botellaÁngel de nieveEspíritu de jazz o El oasis de los miedos. Colabora en revistas y periódicos y mantiene el blog Casa L, en donde se reflexiona sobre asuntos de actualidad.

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