Un supuesto absurdo

Por Elisa Vázquez

Sección: Mujeres y educación

Viernes, 1 de abril. 2022

A lo largo de la historia, la educación de las mujeres ha supuesto un problema para el sistema patriarcal dominante, llegando hasta nuestros días la discriminación, prohibición, limitación y negación de acceso a la educación reglada para miles de mujeres en el mundo. Y todo por la duda sobre las capacidades femeninas para adquirir conocimiento, la duda sobre su inteligencia, sus facultades e incluso sobre la posesión de un alma igual a la de los hombres, en base a sus diferencias físicas, a su “naturaleza” femenina. “Naturaleza” que ha servido siempre de excusa para esclavizarnos, para someternos. Por eso, desde sus orígenes, el feminismo ha intentado eludir la fuerza de esa naturaleza diferenciadora y liberarnos del cuerpo, de la carne, del sexo.

Simone de Beauvoir

Según Simone de Beauvoir “no se nace mujer: llega una a serlo”1. Parece entonces que “lo femenino” no es un órgano sino un rol, el papel que nos enseña tenazmente a representar nuestra civilización. Por tanto, ¿es posible el cambio de papeles? Parece ser que sí. Tomemos como ejemplo el curioso caso de las “tobelijas” de Montenegro2; mujeres que adoptan el papel de hombres en determinadas sociedades rurales, en las cuales es tan importante para una familia la descendencia masculina que, en el caso de no lograrla, se admite que una de las hijas (generalmente la última, cuando ya no hay esperanza) pase a ser considerada plenamente como varón y educada desde la infancia como tal. En estas condiciones la mujer no participa en absoluto de “lo femenino”, identificándose en todo momento con el sexo masculino, realizando todas las tareas que cualquier hombre realizaría y disfrutando en todo momento del mismo prestigio social. Este caso extremo, aún siendo anecdótico, parece probar que el factor decisivo de diferenciación sexual dentro de la sociedad es la educación.

Judith Butler

Para Judith Butler, iniciadora de las teorías queer, no hay una distinción “natural” entre sexo y género sino que sexo/género es una suerte de modelo en el que ya estamos construidos de una manera determinada. No es suficiente afirmar, como hacía Beauvoir, que el género se constituye a partir de una diferencia biológica; sobre todo porque se corre el riesgo de convertir la biología en “destino” cuando la misma distinción entre lo que es biológico y lo que no, es una distinción cultural, cambiante y dinámica.

Paul Beatriz Preciado

En la misma línea redunda Paul B. Preciado —cuando era Beatriz Preciado—, continuando con el postfeminismo queer y, dando un paso más, situando la sexualidad dentro de la historia de las tecnologías y no de la naturaleza, como se hace tradicionalmente, y aboga, entre otras cosas, por la abolición de las tradicionales categorías hombre-mujer3. Para Preciado la “naturaleza” es engañosa y lo es más cuando se trata de definir y clasificar a los sujetos por su sexo. Nos recuerda que en todos los hospitales de las democracias occidentales se llevan a cabo prácticas de reasignación sexual a los bebés que no entran en los cánones del “binarismo sexual”, porque muchas personas no manifiestan desde su nacimiento de forma clara si son hombres o mujeres.

Pero olvidemos por un momento a Beauvoir, Butler y Preciado para hacerle caso a la biología, a pesar de que suele ser engañosa, y busquemos una categoría biológica diferenciadora que suponga menos dudas, que sea más clara y fácilmente visible, algo más mensurable, que para nuestro supuesto propongo sea la altura.

Imaginemos, entonces, que la característica discriminatoria y clasificatoria para la humanidad sea, en vez del sexo, la altura. En base a ella, distinguiremos entre bajos y altos y estableceremos unas medidas estrictas para diferenciar los roles. Así, los bajos, los que lleguen como máximo a 165 cm. de altura, serán los que dominen el ámbito científico, social y político y los que superen esa medida, se dedicarán a trabajos de fuerza bruta y no tendrán acceso a la educación reglada, o de tenerlo, solo podrán cursar los primeros cursos de la misma para aprender las nociones básicas del currículum escolar.

Muchos me preguntaréis el porqué de esa discriminación en base a la altura. Muy fácil: porque las personas bajas son mucho más inteligentes que las altas. Pero esto no lo digo yo, en este supuesto que os propongo serían los científicos los que lo afirmaran. Así los científicos asegurarían que la razón para que los bajos sean más inteligentes radica en el sistema circulatorio y el riego sanguíneo del cerebro, que en las personas de menor estatura es más rápido y fluido; a los altos les tarda más en llegar el oxígeno a la cabeza y eso entorpece sobremanera la inteligencia. Prueba de ello es también, como todo el mundo sabe en esta sociedad hipotética, que las personas altas, cuando van perdiendo esa altura debido al envejecimiento vertebral se vuelven bastante más inteligentes y juiciosas. Por este motivo, para no perder el tiempo arrojando margaritas a los cerdos, las personas altas tienen vetado el acceso a la educación. Qué hay excepciones, se atreverá a decir alguien, ¡naturalmente que las hay! Pero pocas, y lo único que hacen es confirmar de manera más rotunda la norma general: “las personas que miden más de 165 cm. de estatura no tienen la inteligencia suficiente como para estudiar o dedicarse al ámbito social, político o económico”.

¿Pero qué clase de locura es esta? ¿Qué hipótesis tan disparatada nos estás planteando? ¿Qué sociedad desquiciada aceptaría tamaña discriminación? Pues, aunque realmente parece un supuesto totalmente absurdo, debo asegurar que sobre supuestos igualmente surrealistas y más peregrinos si cabe, se ha llevado a cabo de manera sistemática y a lo largo y ancho del mundo una brutal discriminación sobre la mitad amplia de la Humanidad, las mujeres, de las que se ha llegado a decir que no tenemos alma, ni raciocinio ni capacidad de discernimiento. ¿Cómo van a estudiar las mujeres si su naturaleza inferior les niega las capacidades suficientes para hacerlo? Escuchemos a los sabios que en nuestra sociedad occidental han declarado:

Juan Luis Vives

“Por tanto, como la mujer sea de natura animal enfermo, y su juicio no sea de todas partes seguro, y puede ser muy ligeramente engañado, según mostró nuestra madre Eva, que por muy poco se dejó embobecer y persuadir del demonio, …no es bien que ella enseñe”4. Decía el humanista Juan Luis Vives.

Fray Luis de León

Y otro humanista, fray Luis de León, sentenciaba así sobre las escasas capacidades mentales de las mujeres:

“Y pues no las dotó Dios ni del ingenio que piden los negocios mayores, ni de fuerzas las que son menester para la guerra y el campo, mídanse con lo que son y conténtense con lo que es de su suerte, y entiendan en su casa y anden en ella, pues las hizo Dios para ella sola”5.

Estos ejemplos —y cientos de citas más que podría poner si tuviera espacio, a cada cual más inaudita— no son nada científicos, incluso parece más científica la justificación discriminatoria por altura, pero es que en la historia real los argumentos y las posiciones de la ciencia han sido tan disparatadas o más que la que yo os propuse: que si el tamaño del cerebro femenino, que si la temperatura de sus humores corporales, que si los picos hormonales propios de su —¡otra vez!— “naturaleza”…

Santiago Ramón y Cajal

Hasta nuestro ilustre nobel, Ramón y Cajal, y a pesar de haber concluido con sus investigaciones que el tamaño del cerebro no afectaba a sus capacidades, sino que era más bien cuestión de “plasticidad”, a la hora de proponer el papel que deben tener las mujeres sentencia:

“La reina de las hormigas da a la esposa ejemplo insuperable de recato y de modestia (…) arráncase las alas y reclúyese en el hogar para consagrarse, asistida de abnegadas obreras, al cuidado y multiplicación de la prole. El tan decantado feminismo de hoy no existe en la especie animal. Reconozcamos con gusto, en honor del bello sexo, que la inmensa mayoría de las mujeres, guiadas por infalibles impulsos, siguen el ejemplo de los himenópteros”6.

Os aseguro que siempre hemos sido discriminadas en base a hipótesis, tesis y supuestos tan absurdos, o más, que el que yo os proponía en este texto, ¡y todos ellos planteados por los genios del pensamiento patriarcal!

¡…siempre hemos sido discriminadas en base a hipótesis, tesis y supuestos absurdos planteados por los genios del pensamiento patriarcal!


1 Beauvoir, S. de: El segundo sexo, Tomo II, Buenos Aires, Ediciones Siglo Veinte, 1987, p. 12.

2 Djajic Horváth, A.: “A tangle of multiple transgressions: The western gaze and the Tobelija (Balkan sworn-virgin-cross-dressers) in the 19th and 20th centuries”, Anthropology Matters Journal , vol. 5, nº 2, Anthropology Matters, 2003. url: http://www.anthropologymatters.com

3 Preciado, B.: Manifiesto contra-sexual, Madrid, Editorial Ópera Prima, 2002, p. 174.

4 Vives, Juan Luis: Instrucción de la mujer cristiana, Madrid, Editorial Signo, 1936, p. 28.

5 Fray Luis de León: La perfecta casada, Gèneve, Ferni, 1972, p. 132.

6 Ramón y Cajal, Santiago. Charlas de café, pensamientos, anécdotas y confidencias, Madrid, Aguilar, 1967, p. 54.


Elisa Vázquez.

Nacida en Ponferrada, donde actualmente reside, es diplomada en Educación Infantil y doctora en Filosofía por la Universidad de Murcia. Escribe, principalmente, Literatura Infantil y Juvenil. Tiene publicados los siguientes libros: Doña Chancleta y el cohete-lavadora (agotado); La Pócima Mágica y Regreso a Montecorona (los dos primeros títulos de la colección Lucy y Pepón en NubeOcho Ediciones); Amapola y la Luna y El sueño del ángel (Ediciones en Huida); El Reino de Úlver, con la colaboración del Consejo Comarcal del Bierzo y Marta y Brando. Magia traviesa (Uno Editorial).

            Socia fundadora del Club Literario Petronio, que intenta fomentar la lectura y activar la vida cultural en su localidad, participa con sus cuentos y artículos en blogs y espacios literarios televisivos. Sus textos —principalmente relatos, artículos y poemas— aparecen en varias antologías de escritoras leonesas, como en el libro homenaje a Concha Espina publicado en 2018 y en un segundo publicado en 2020 sobre la misma autora. A Josefina Aldecoa en 2019; a Alfonsa de la Torre en marzo de 2020 y este año en el libro dedicado a la poeta berciana Manuela López. Así mismo, en el libro de autores bercianos que se editó con motivo de la entrega del Premio de la Crítica Literaria 2018, que tuvo lugar en Villafranca del Bierzo a primeros del mes de abril del año 2019. En 2021 ha publicado Vivir del viento, su primera novela para adultos, con la editorial Letra r y ha participado con uno de sus relatos en la antología Misterio en El Bierzo, de la editorial Más Madera.

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