FOBIAS. Por Manuel Casal

Sección: Con firma masculina. Vocabulario feminista 16

Sábado, 27 de abril. 2024

Entendemos por una fobia el miedo de mayor o menor intensidad que surge en una persona ante una cosa, otra persona o una situación, que, aunque no impliquen un peligro real para ella, le generan ansiedad. Estos miedos dan lugar, como reacción, a conductas negativas, que pueden incluir el rechazo, la huida o, incluso, el odio.

Hay fobias frecuentes entre la población, como, por ejemplo, la claustrofobia, que es el miedo a estar en espacios muy pequeños, la aerofobia, miedo a volar en aviones, o la brontofobia, miedo a las tormentas. Otras fobias son un poco más raras de encontrar, como la nosocomefobia, miedo a los hospitales, o la nelofobia, que es el miedo al vidrio y a la posibilidad de cortarse con los trozos que se forman al romperse.

Borra el odio

Conviene aclarar que el miedo puede ser una emoción positiva si sirve para evitar que nos encontremos en una situación realmente peligrosa, pero puede convertirse en negativa si se hace extrema o nos priva de beneficios positivos para nuestra vida. El miedo de las fobias es de estos últimos, puesto que se trata de un trastorno de ansiedad que conlleva reacciones físicas y psicológicas.

Las fobias sexuales

Nos interesan aquí las fobias que inciden en la vida sexual de las personas o en su visión de las relaciones con los demás. Nos referimos a las fobias sexuales. ¿Por qué aparecen estas fobias? Entre sus causas podemos citar una deficiente o ausente educación sexual, la proliferación de prejuicios y creencias erróneas sobre el sexo, la desinformación, haber sufrido experiencias traumáticas, y otros factores biológicos y sociales.

Se pueden agrupar en dos grande tipos, distinguiendo entre las que afectan sobre todo a la vida propia o las que lo hacen fundamentalmente a la de los demás.

Entre las primeras podemos citar las siguientes:

Agrafobia: Es el miedo a la posibilidad de sufrir agresiones sexuales o una violación en determinadas situaciones.

Coitofobia: Se trata del miedo a tener encuentros sexuales con penetración. Puede estar relacionado con la creencia errónea en que la pérdida de la virginidad tiene que ser dolorosa.

Colpofobia: Estamos ante el miedo a los genitales femeninos.

Dispareunia: Es el miedo a sentir dolor durante la penetración.

Erotofobia: Cuando el miedo es a hablar sobre cualquier asunto relacionado con el sexo.

Espermatofobia: Es el miedo al semen. También se da en los hombres.

Falofobia: Es el miedo al pene. También pueden sentirlo los hombres ante un pene en erección.

Gamofobia: Se trata del miedo a comprometerse o a crear un vínculo duradero con otra persona.

Medolmacufobia: Es el miedo a perder la erección.

Nudofobia: Aquí el miedo es a desnudarse o a ver a otras personas desnudas. También se llama Gimnofobia.

Parafobia: Estamos ante el miedo a pervertirse realizando prácticas no convencionales.

Vaginismo: El miedo hace que se contraigan los músculos del suelo pélvico y que se cierre el conducto vaginal, por lo que la penetración se hace imposible.

Venustrafobia: Es el miedo que sienten algunos hombres a hablar con mujeres atractivas.

Entre las fobias que afectan a la vida de los demás incluimos las que atañen a las personas LGTBI+, las llamadas LGTBIfobias. Citaremos, aunque hay más, la homofobia, la bifobia y la transfobia. A esto creo que habría que añadir hoy la fobia al feminismo, que quizás se pueda denominar feminismofobia. Aquí el miedo del machista a perder su estatus y sus privilegios ante las mujeres produce un rechazo a todo lo que le suene a igualdad de derechos entre los hombres y las mujeres.

El triángulo rosa, colocado con un vértice hacia arriba, es un símbolo progay de la lucha contra la humillación y en favor de la solidaridad y la resistencia.

La homofobia se refiere al rechazo de las personas que se sienten atraídas por otras de su mismo sexo. Hablamos de hombres gays y de mujeres lesbianas. El término homofobia fue usado por primera vez en 1971 por el psicólogo norteamericano George Weinberg. Cuando se rechaza a quienes le atraen personas de uno y otro sexo, hablamos de bifobia. La transfobia hace referencia al rechazo de las personas que no se sienten a gusto con el sexo que se les asignó al nacer y desean cambiar de sexo o de género.

En estos casos hay en el fóbico un miedo de base a que las opciones sexuales diferentes a la propia despierten atracciones distintas a las tradicionales, puedan atentar a la hegemonía de la visión que tienen de la sexualidad o se conviertan en amenazas a las únicas ideas que consideran válidas, que son precisamente las suyas. Este miedo lleva al rechazo de estas personas e, incluso, a odiarlas. En este sentido son múltiples las consecuencias negativas que generan estas fobias, como la dificultad para el desarrollo de las emociones, problemas de autoestima o incluso la posibilidad de depresión y de suicidio.

Durante mucho tiempo estas fobias han sido consideradas no solo como pecados, sino como enfermedades mentales o incluso como delitos. Aún hoy, en ambientes muy alejados de la ciencia y de la racionalidad, se sigue considerando así, practicando en algunos casos inútiles terapias, que llegan incluso a la cirugía, para curar o regenerar a los supuestos enfermos. Sin embargo, la lucha en favor de las personas LGTBI+ consiguió en 1973 que la homosexualidad fuera excluida de la lista de Desviaciones sexuales de la Asociación Norteamericana de Psiquiatría. Más tarde, en 1990, el 17 de mayo, Día Internacional contra la homofobia, la bifobia y la transfobia, la Organización Mundial de la Salud eliminó oficialmente la homosexualidad de la relación de enfermedades mentales.

En la actualidad la homosexualidad está perseguida en 67 países del mundo, con castigos que van desde un tiempo de cárcel a la pena de muerte. La zona en donde la vida de las personas homosexuales es más dura es África, en donde 32 países criminalizan las relaciones homosexuales. Es llamativo el caso de Uganda, en donde el parlamento ha aprobado recientemente una ley -a expensas de que la ratifique el presidente de la República- que permite no solo enviar a la cárcel a quienes practiquen relaciones homosexuales, sino que podría castigar con cadena perpetua el mero reconocimiento de la propia homosexualidad, y obligaría también a amigos y familiares a denunciar a quienes sepan que mantienen relaciones homosexuales. En sentido contrario, en cinco países africanos -Angola, Botswana, Leshoto, Mozambique y Seychelles- se ha dejado de castigar la homosexualidad.

Placa homenaje a los homosexuales encerrados durante el franquismo en la antigua cárcel de Huelva.

Estas fobias sexuales no pueden nunca ser consideradas solo como meras opiniones de personas poco evolucionadas, aunque tengan poder. Sus consecuencias alcanzan a un altísimo número de seres humanos de toda identidad sexual y de género, cuyas vidas están en peligro o son manifiestamente insoportables. La realidad es que en Arabia Saudí, Brunei, Irán, Mauritania, Nigeria y Yemen la pena de muerte para las personas homosexuales es legal, y en Afganistán, Emiratos Árabes Unidos, Pakistán, Qatar y Somalia puede aplicarse bajo ciertas condiciones.

Hay que dejar constancia de que todas estas fobias tienen solución. Se trata de ponerse en manos de especialistas en Psicología que puedan diagnosticarlas y tratarlas convenientemente. Y, en el caso de las fobias sexuales, es muy importante, como en todo, una educación humana sana y una educación sexual que impida tanto la desinformación como la aparición de prejuicios y discriminaciones que impidan la realidad de la igualdad de todas las personas.


Manuel Casal (San Fernando (Cádiz), 1950) es licenciado en filosofía por la U.C.M. y Catedrático de filosofía de Enseñanza Secundaria. Ha publicado varios libros explicativos de los textos propuestos para las pruebas de acceso a la Universidad, así como el titulado En pocas palabras. Aforismos. Ha participado en otros trabajos colectivos de diversa temática, como Mensajes en una botellaÁngel de nieveEspíritu de jazz o El oasis de los miedos. Colabora en revistas y periódicos y mantiene el blog Casa L, en donde se reflexiona sobre asuntos de actualidad.

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