ESTEREOTIPOS DE GÉNERO. Por Manuel Casal

Sección: Con firma masculina. Vocabulario feminista 12

Sábado, 6 de enero. 2024

Una parte de la anatomía de los seres humanos la constituye el sexo. Desde este punto de vista, hay seres humanos hombres y seres humanos mujeres, según posean uno u otro sexo. El sexo es, pues, una característica biológica, natural, de los cuerpos humanos.

Las sociedades en las que vivimos tienen unas formas propias de entender la vida a las que llamamos culturas. Hablamos así, por ejemplo, de la cultura de los esquimales o de la de los masáis. En cada una de esas culturas, sus habitantes viven de maneras diferentes. Los esquimales, siguiendo su cultura, viven en casas de piedra, o de nieve en invierno -los iglús- o de madera en viviendas prefabricadas. Los masáis, por el contrario lo hacen en círculos de cabañas hechas con ramas y pajas.

Padre cuidando de su hija. Fuente: Wikimedia.

En todas las culturas, sus habitantes tienen funciones concretas que cumplir a diario. Son las que se denominan roles. La distribución de estos roles puede realizarse según diversos criterios. Cuando se hace tomando el sexo como criterio se originan los géneros, que son las funciones que la sociedad atribuye -o quiere atribuir- a cada uno de los sexos. En el fondo de esta maniobra lo que hay es la asociación arbitraria e interesada de determinadas tareas sociales a los individuos que poseen uno u otro sexo. Es una manera peculiar e impositiva de relacionar la naturaleza con la cultura.

Tipos de imprenta. Fuente: Wikimedia.

De esta manera surgen los estereotipos. El término procede de las palabras griegas stereós, que significa “sólido”, y typos, “tipo, molde”. La expresión comenzó a usarse en Francia en 1796 para referirse a los tipos sólidos que se usaban en las imprentas. Esta idea de algo fijo se fue extendiendo en la sociedad para referirse a la identidad, a la manera de pensar y al comportamiento que algunos consideran propios de un grupo. Por ejemplo, que los andaluces son graciosos o que las niñas deben vestir de rosa y los niños de azul son estereotipos.

Los estereotipos no tienen ningún fundamento racional, sino que responden a los intereses del grupo que los usa y los difunde.

Los estereotipos son generalizaciones que ocultan las realidades concretas e individuales. Los ejemplos que acabamos de citar lo muestran. Se derivan de prejuicios, que son juicios previos con los que algunos se acercan a la sociedad no con ánimo de conocerla, sino de poder manejarse en ella con más facilidad. Que los hombres son seres fuertes y las mujeres, en cambio, son “el sexo débil” es un prejuicio. Normalmente, los prejuicios responden a los intereses de un grupo al que le viene bien la existencia de ese prejuicio. Los estereotipos son siempre muy simples. Al suprimir las características individuales de los integrantes del grupo al que se refiere, lo que quedan son simplezas derivadas de las apariencias, pero que ocultan la complejidad de cualquier realidad, por pequeña que sea. Los estereotipos no tienen ningún fundamento racional, sino que responden a los intereses del grupo que los usa y los difunde. En contra de lo que dicen sus defensores, los estereotipos no son fijos, sino que varían con la época histórica y con la cultura. El estereotipo actual en nuestra sociedad de mujer bella la muestra como delgada, con el cabello liso y la piel cuidada y sin imperfecciones. Pero si nos vamos a Mauritania, nos encontramos con que la mujer bella es gorda, siendo obligada a comer mucho para que pueda considerarse apta para el matrimonio. Unos brazos rollizos y una piernas gruesas son sinónimo de belleza en la cultura árabe mauritana. Sobre este asunto puede verse el siguiente artículo publicado en El País https://elpais.com/planeta-futuro/2021-06-03/mauritania-donde-la-obesidad-es-el-ideal-de-belleza.html. No hay, por tanto, un estereotipo de belleza femenina, sino que esta es relativa al tiempo y al lugar al que nos refiramos, y dentro de ambos, hay mujeres que no desean seguir el estereotipo y hacen con su cuerpo lo que mejor les parece de acuerdo con su idea de belleza.

El estereotipo de belleza femenina es relativo al tiempo y al lugar al que nos refiramos, y dentro de ambos, siempre hay mujeres que no desean seguirlo.

Hay diversos tipos de estereotipos. Los hay religiosos, como el que afirma que los practicantes de una religión son pacíficos y los de otra, belicosos. Otros son de clase. Así, el que dice que los ricos son más cultos que los pobres. Hay también estereotipos raciales, como el que afirma que los negros son inferiores a los blancos, o que bailan bien. Aunque hay otros tipos, nos interesan aquí los estereotipos de género.

Una de las consecuencias de los estereotipos de género. Fuente: Wikimedia.

Son aquellos que afirman que los hombres y las mujeres, por el hecho de serlo, tienen diferentes maneras de pensar, de sentir y de actuar. No lo dicen solo como quien constata un hecho, sino que lo consideran un deber. Veamos algunos de ellos.

  • Los hombres deben ser fuertes y agresivos, y las mujeres, en cambio, dóciles.
  • Los hombres son inteligentes, y las mujeres, sensibles y cariñosas.
  • Los hombres deben trabajar y aportar el dinero, pero las mujeres deben dedicarse a los asuntos de la casa, que tendrán que compaginar con el trabajo, si es que además quieren tener una ocupación laboral.
  • Las mujeres deben ser bellas, aunque los hombres no tienen por qué serlo.
  • Los hombres no lloran, eso es cosa de mujeres.
  • Los hombres tienen derecho a vivir de manera cercana a la independencia, pero las mujeres deben ser dependientes en todos los sentidos, tanto en lo económico como en el emocional y en la toma de decisiones.
  • Las mujeres son generosas, pero los hombres pueden tomarse la libertad de ser egoístas.
  • Los hombres, a diferencia de las mujeres, ejercen de cabezas de familia.
  • Los hombres pueden ser infieles. En cambio, las mujeres deben guardar fidelidad.

Los estereotipos de género afirman que los hombres y las mujeres, por el hecho de serlo, tienen diferentes maneras de pensar, de sentir y de actuar.

Podríamos citar algunos más, pero razones de espacio nos lo impiden. Invito al lector y a la lectora a que analicen su vida y su entorno para ver si descubren algún ejemplo más.

«Gorditas». Cantado por Muchapepper (contra los estereotipos femeninos)

Conviene destacar, para tener cuidado, el papel de los medios de comunicación en la creación y en la difusión de los estereotipos de género. Es muy interesante analizar en las telenovelas (basta con hacerlo un poco) el papel de las mujeres y los hombres que aparecen en ellas. Estas suelen aparecer como débiles y necesitadas de protección, y, en cambio, ellos son fuertes y poderosos. Es frecuente también que aparezcan en la televisión mujeres asociadas a su cuerpo, y hombres pensantes, reflexivos y que toman decisiones.

Con demasiada frecuencia los estereotipos de género tienen consecuencias graves para las mujeres, al contribuir a perpetuar las discriminaciones y las desigualdades derivadas de una sociedad que acepta las diferencias de derechos basadas en el género. Que la mujer se considere una propiedad sexual del hombre o que no se condenen los casos de violencia de género porque crean que las mujeres agredidas estaban de acuerdo con los agresores, ya que usaban un atuendo inadecuado son algunas de estas consecuencias de usar estereotipos.

No hay que olvidar el papel imprescindible que en la eliminación de todos los estereotipos tiene la educación, especialmente la que se adquiere en casa, en donde se tiene que aprender a ser libres y a respetar la libertad de los demás, sin caer en costumbres que falseen la realidad, en beneficio de privilegios de unos pocos.

Los estereotipos de género tienen consecuencias graves para las mujeres, al contribuir a perpetuar las discriminaciones y las desigualdades derivadas de una sociedad que acepta las diferencias de derechos basadas en el género. Contra ellos, la herramienta más eficaz será siempre una educación encaminada a hacernos libres al tiempo que respetamos la libertad de los demás.


Manuel Casal (San Fernando (Cádiz), 1950) es licenciado en filosofía por la U.C.M. y Catedrático de filosofía de Enseñanza Secundaria. Ha publicado varios libros explicativos de los textos propuestos para las pruebas de acceso a la Universidad, así como el titulado En pocas palabras. Aforismos. Ha participado en otros trabajos colectivos de diversa temática, como Mensajes en una botellaÁngel de nieveEspíritu de jazz o El oasis de los miedos. Colabora en revistas y periódicos y mantiene el blog Casa L, en donde se reflexiona sobre asuntos de actualidad.

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