LA CULTURA DE LA VIOLACIÓN. Por Manuel Casal

Sección: Con firma masculina. Vocabulario feminista 9

Sábado, 7 de octubre. 2023

En la terminología feminista ocupa un lugar importante la cultura de la violación. ¿Por qué cultura de la violación? La cultura es la manera de vivir de un ser humano entre el resto de seres humanos. Es la forma de cultivarse que tiene un ser humano para convivir con los demás. Es distinta de la instrucción, que consiste en saber cosas, como el teorema de Pitágoras o la manera de construir un rascacielos. Se puede ser muy instruido, pero, a la vez, inculto, y, al revés, muy culto, pero poco instruido. Todos conocemos a personas que destacan en su profesión, pero que como seres humanos dejan mucho que desear, es decir, son incultos; y, también, a personas sin estudios, pero buenos ciudadanos con grandes valores humanos, o sea, cultos. El primer paso en el camino de la cultura es el de la educación que toda familia que decida tener hijos debe darles a estos en casa, ejercitando los valores humanos y enseñándoles comportamientos sanos y constructivos.

“Violación”, cuadro del pintor mozambiqueño Malangatana Ngwenya. Fuente: Wikipedia.

La cultura de la violación es una expresión que las feministas radicales comenzaron a usar en Estados Unidos en la década de los setenta del siglo pasado. Se refiere a la manera, machista y degradada, de vivir que tienen algunas personas en la sociedad, que consiste en tolerar, excusar, normalizar y aceptar la violación. Estas personas lo manifiestan en su forma de pensar, de hablar y de actuar. Lo intentan conseguir, por ejemplo, quitándole importancia a las agresiones que sufren las mujeres, culpabilizando a las víctimas, dudando de la credibilidad de su relato, cosificando a las mujeres o centrando el debate más en las víctimas que en sus agresores. Se supone que todos hemos oído alguna vez a alguien decir, porque ha salido en la televisión y en otros medios de comunicación, que, en una agresión sexual, si la mujer hubiese ido vestida de otra manera, no le habría ocurrido aquello, que es que había bebido mucho, que volvía sola a casa, que si había o no cerrado bien las piernas o que la violencia de género no existe. Insistiendo en estos aspectos procuran que la víctima se sienta culpable de su sufrimiento y, de paso, quieren quitarle hierro a su responsabilidad en la violencia sexual. Pretenden mantener la violación, pero no como una iniciativa del hombre, sino como fruto de una provocación de la mujer, como si la mujer tuviese que tener cuidado con lo que hace y, en cambio, el hombre no tuviera que respetar a las mujeres ni cuidar la limpieza de su mirada ni la de su mente, porque su sensibilidad en seguida se activa y no tiene más remedio que violar. Se trata de una maniobra hipócrita, disparatada, irrespetuosa, machista y contraria a los derechos humanos.

La cosificación sexual consiste en reducir a la mujer al conjunto de sus atributos sexuales, que son considerados como instrumentos de placer, prescindiendo del resto de su personalidad y de sus derechos. Imagen: Wikipedia

Según el último informe del Ministerio del Interior, de 2022, la tasa de criminalidad (número de infracciones por mil habitantes) en España es del 48,8, lo cual supone una reducción del 1,6 % en relación con la de 2019, el último año del que hay datos sin que estén afectados por la pandemia de Covid-19. Representa también una tasa inferior a la de países de nuestro entorno, como el Reino Unido (79,5), Bélgica (74,8), Alemania (60,7) o Dinamarca (53,9). A pesar de ello, el número de delitos contra la libertad sexual en nuestro país fue en 2022 de 17.389, un 28,4 % superior a los registrados en 2019. El aumento en este tipo de delitos responde a una tendencia iniciada en España desde 2014.

Países firmantes del Convenio de Estambul. En verde: firmado y ratificado;  en amarillo:  solo firmado; en rojo: no firmado; en morado: revocó la ratificación; en gris: estados no miembros del Consejo de Europa
 

Es evidente que, como seres humanos, debemos luchar contra la cultura de la violación. En este sentido, conviene leer o, al menos, conocer algunas disposiciones legales que, entre otras, son importantes en el Estado español. Por ejemplo, el Pacto de Estado en materia de violencia de género, aprobado en 2016 (1), el Convenio de Estambul sobre prevención y lucha contra la violencia contra las mujeres, vigente desde 2014. Lo han firmado los 46 miembros del Consejo de Europa (si bien Turquía retiró luego la firma) y ha sido ratificado por 37 de ellos, entre los que está España, lo cual lo convierte en vinculante (2).

Sede del Consejo de Europa. Imagen: wikipedia

Como consecuencia de lo que ordenan estas leyes, se creó una Guía de buenas prácticas para la toma de declaración de víctimas de violencia de género, dirigida a todas las administraciones, para evitar que, en las diligencias que se llevan a cabo en las denuncias, se produzca una victimización secundaria que agrande los daños ocasionados en el momento de la comisión del delito. Esto, junto con la nueva Ley de garantía integral de la libertad sexual (3) aumenta la defensa de las mujeres ante la cultura de la violación y facilita el camino de la denuncia tras una posible agresión.

Minuto de silencio frente al Congreso de los Diputados de España en el Día internacional contra la violencia machista. Imagen: wikipedia

La cultura de la violación se engloba en una visión del mundo en la que cabe la violencia contra las mujeres. Para luchar contra ella e intentar erradicarla, el Convenio de Estambul propone una serie de medidas, entre las que cabe citar el combate contra los estereotipos de género, que son prejuicios que atribuyen a las personas características derivadas exclusivamente de ser mujeres u hombres (por ejemplo, “las mujeres son cariñosas” o “los hombres son inteligentes”); educar a chicos y chicas en la no violencia y en la igualdad, implicando también a ellos en la prevención de la violencia; crear servicios de apoyo a las víctimas, tanto mujeres como niños; crear una línea telefónica gratuita y confidencial a la que tengan acceso las mujeres y las víctimas. En España este recurso lo forman el teléfono 016, la línea de WhatsApp 600 000 016, la página web de la Delegación del Gobierno contra la violencia de género violenciagenero.igualdad.gob.es y el correo electrónico 016-online@igualdad.gob.es. El Ministerio de Igualdad ha editado una Guía de Derechos para las mujeres víctimas de violencia de género (4). Igualmente establece el derecho a la intimidad de las víctimas, a recibir apoyo y protección y a reclamar una indemnización a los autores de la violencia. Por último, el Convenio de Estambul obliga a los países que lo han ratificado a establecer políticas basadas en los derechos humanos, a establecer leyes sensibles con las cuestiones de género, a cooperar con ONGs y con la sociedad civil y a una financiación adecuada de las políticas y servicios derivados del citado Convenio.

Referencias:


Manuel Casal (San Fernando (Cádiz), 1950) es licenciado en filosofía por la U.C.M. y Catedrático de filosofía de Enseñanza Secundaria. Ha publicado varios libros explicativos de los textos propuestos para las pruebas de acceso a la Universidad, así como el titulado En pocas palabras. Aforismos. Ha participado en otros trabajos colectivos de diversa temática, como Mensajes en una botellaÁngel de nieveEspíritu de jazz o El oasis de los miedos. Colabora en revistas y periódicos y mantiene el blog Casa L, en donde se reflexiona sobre asuntos de actualidad.

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