Ruth Matilda Anderson. El lenguaje fotográfico

Por Raquel Villanueva

Sección: Desde lugares que también existen

Miércoles, 19 de octubre. 2022

“Las mejores imágenes son aquellas que retienen su fuerza e impacto a través de los años, a pesar del número de veces que son vistas.”[1]

Ruth Matilda Anderson

Hoy quiero rescatar del pasado un nombre, el nombre de una descubridora, de una pionera, de una mujer adelantada a su tiempo, un nombre de mujer. Hoy quiero regresar al ayer para traer de nuevo al presente el nombre de una mujer. Una mujer americana, Ruth Matilda Anderson. Quiero hacer memoria, recuperar una pequeña parte de su historia, seguir los pasos de esta fotógrafa nacida al otro lado del Atlántico y que supo, como nadie, retratar esta tierra gallega donde ahora yo habito, y sobre todo, dejar constancia, en imágenes, de las mujeres y niños que en su tiempo la habitaron, porque las mujeres y los niños son los principales protagonistas de su obra, en un tiempo donde ser protagonista en femenino era harto complicado. Quién iba a decirle a aquella niña, nacida a finales del siglo XIX, que sus fotografías terminarían siendo memoria visual de esta tierra, historia fotográfica, sobre todo de las pequeñas aldeas y sus habitantes. Miradas de mujeres rurales, de mujeres marinas. Miradas de mujeres que nos hablan de su tiempo, del duro discurrir de sus vidas. Mujeres y niños que nos miran directamente a los ojos, mostrándonos su verdad desnuda, y que Ruth supo atrapar como nadie, transformando sus instantáneas en memoria perdurable de otro tiempo.

Redeiras de Marín

Ruth Matilda Anderson vino al mundo en el estado de Nebraska. Se inició en la fotografía de la mano de su padre y terminó por diplomarse en esta disciplina, en Nueva York. Empezó a trabajar como fotógrafa de La Sociedad Hispánica de América, museo neoyorkino que, entre otros, estudia el arte y cultura españolas. Fue este museo el que encomendó a Ruth documentar la vida cotidiana en Galicia antes de que esta se viera engullida por la modernidad que venía avanzando a pasos imparables. De esta forma, esta mujer americana, desarrollaría a través de sus imágenes, el trabajo documental y etnográfico más importante realizado jamás sobre Galicia. A través de su objetivo, en el primer cuarto del siglo XX, los oficios y las costumbres gallegas quedarían reflejados como testigos de otra época.

Me imagino a Ruth arribando a Vigo en agosto de 1924. La veo descendiendo por la pasarela del barco, después de una larga travesía, cansada y a la vez expectante ante todo lo que le esperaba. Llegó acompañada por su padre, el cual se encargaría de realizar un pormenorizado diario de su aventura. Su padre siempre estaba preocupado por ella, sabedor del alto nivel de implicación y exigencia que desplegaba su vástago. Pareja quijotesca, donde ella pondría el lado soñador y quimérico y él el lado pragmático y terrenal de la aventura que los llevaría a recorrer, en coche, a caballo, a pie y a veces hasta en barco, esta tierra rural y marina a lo largo de casi todo un año. La veo contemplando con asombro aquella pequeña ciudad que era Vigo, ella, acostumbrada a la magnificencia de Nueva York, y aun así, admirada por su arquitectura y sus anchas calles, tal como dejó reflejado por escrito en muchas de sus impresiones que aún se conservan. Cargada siempre con su cámara, atenta en todo momento a cualquier imagen que pudiera ofrecérsele. Pero su trabajo y deseo no era centrarse en las ciudades, en la Galicia urbana y conocida, quería sumergirse en lo rural, en lo más exótico, en lo más alejado de lo conocido, en las entrañas de aquella tierra de gentes trabajadoras que quizás, tal vez, seguramente, nunca habían sido fotografiadas por nadie.

Niñas en Ézaro

La fotografía no era para Ruth algo estático, no era un instante, no era un mero momento detenido en el tiempo. La fotografía era un lenguaje capaz de transmitir  emociones, y una herramienta, su herramienta de investigación. Las fotografías de Ruth eran su manera de hablar y de instruir al espectador, de llevarle mucho más allá de lo que simplemente reflejaba el papel. Para esta mujer, la fotografía estaba llena de vida y trataba de trasladar, al observador de la misma, todo el conocimiento que ella hubiera podido tener y percibir antes de inmortalizar una imagen determinada. De esta manera, contemplamos a través de sus más de 5.000 fotografías a las redeiras de Marín trabajando en su costura interminable, a las leiteiras, a las mariscadoras, a las vendedoras de queso, a zapateros, churreros, pastores, además de carros, aperos y diversas vestimentas. Contemplamos a la gente que trabajaba este mar y esta tierra. Oficios perdidos  y formas de vida que han desaparecido, pero que han quedado preservados y podemos seguir contemplando, gracias a la mirada de Ruth.

“The gallegan Provinces of Spain: Pontevedra and La Coruña”, es el libro donde terminó por recoger aquel año de viajes. El libro donde a través de una selección de fotografías, principalmente de mujeres y niños, daría a conocer al mundo este rincón de España, este noroeste mágico plagado de leyendas y costumbres.

Apasionada de la vida, enamorada de lo que veía a través del objetivo de su cámara, sigue estando presente en libros recopilatorios que son editados cada cierto tiempo. Presentes y enraizadas ya sus imágenes en la retina colectiva de esta Galicia que ella desveló para el mundo.

“La labor de R. M. Anderson combina una maravillosa mezcla: una metodología minuciosa y perfeccionista en su trabajo de fotógrafa etnográfica y en la documentación complementaria, con una verdadera pasión por nuestra cultura, sus paisajes, sus gentes, su agricultura, su arte, su comida y tradiciones”.[2]


[1] Anne Geddes

[2] Mauro Varela, presidente de Caixa Galicia del 2002 al 2012



Raquel Villanueva Lorca (Ponferrada, 1970). Sus inicios en la lectura se remontan a sus días de infancia, creando a través de los libros un mundo paralelo repleto de palabras y metáforas.

Comenzó sus pasos en la escritura de manera tímida, plasmando en papel reflexiones, relatos cortos, e intentos de historias algo más completas y extensas.

Divide su tiempo en tres facetas: lo leído, lo escrito y lo vivido, trío de experiencias que terminan por conformar el todo que intenta ser.

Socia fundadora del Club Petronio, que intenta —junto con el Ayuntamiento, el Consejo Comarcal del Bierzo y otros organismos públicos y privados—, fomentar la lectura y activar la vida cultural de la ciudad de Ponferrada.

Tiene cuatro libros publicados: La decisión de Elsa (2007), finalista del VI Premio Hontanar de narrativa breve. La Cruz del Sur (2015), novela ganadora del I premio de Novela Corta de Editorial Fanes. Relatos de una adoratriz (2018), antología de relatos eróticos. Relatos de mar y vida (2021), obra finalista de la IV Edición del Premio Caperucita Feroz en la modalidad de conjunto de cuentos.

Varios premios y menciones especiales en diversos concursos de relatos. Colaboradora en reconocidas antologías, como en el libro de autores bercianos que se que se editó con motivo de la entrega del Premio de la Crítica Literaria 2018, que tuvo lugar en Villafranca del Bierzo a primeros del mes de abril del año 2019, o en el muy reciente libro homenaje a la poeta berciana Manuela López. Una vida, una obra.

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