Desveladas

Por Elisa Vázquez

Sección: Mujer y Educación

Viernes, 29 de abril. 2022

Hemos visto que, en épocas pasadas, la educación de las mujeres siempre ha planteado sesudos y apasionados debates entre la élite intelectual del patriarcado, disputas que continúan teniendo lugar en nuestros días. Una de ellas tiene una gran importancia para millones de mujeres en el mundo: la posición de la cultura islámica respecto a la obligación de las mujeres de usar velo en el espacio público.

Recuerdo mis años de docencia en Murcia, tanto en colegios como en institutos, cuando empezaron a llegar cientos de alumnos de zonas como Marruecos o Argelia. Al comenzar su escolarización eran recibidos en los centros educativos por profesores que se estaban formando de forma acelerada en lo que se llamaba por aquel entonces “Atención a la Diversidad”. Todo parecía normal, los niños y las niñas acudían al colegio o al instituto de forma regular, aprendían rápidamente a defenderse en nuestro idioma y progresaban adecuadamente; vestían a la manera occidental y parecían perfectamente “integrados”. Pero pronto nos dimos cuenta de que cuando las niñas llegadas de esos países alcanzaban cierta edad y cierto grado de desarrollo físico, empezaban a llevar otra ropa: faldas largas y, sobre todo, velo. Incluso muchas dejaban de acudir a clase, para desesperación de los profesores y los servicios sociales. ¿Qué pasaba? Nada, ¡es que eran mujeres!

El fenómeno de la inmigración en nuestro país es mucho más reciente que en el resto de nuestros vecinos europeos y para hacer frente a los problemas que las diferencias culturales puedan acarrear, se ha optado por un intento de integración social basada en el llamado modelo intercultural, que propone interpretaciones más abiertas sobre los derechos culturales de las minorías inmigrantes. Esto nos ha llevado a cierto grado de “permisividad” en cuanto a la autorización del velo, haciendo hincapié en que su uso es meramente una cuestión cultural.

…cuando las niñas llegadas de esos países alcanzaban cierta edad y cierto grado de desarrollo físico, empezaban a llevar otra ropa: faldas largas y, sobre todo, velo. Incluso muchas dejaban de acudir a clase (…) ¿Qué pasaba? Nada, ¡es que eran mujeres!

El primer país europeo que prohibió el velo fue Bélgica, tras la votación unánime en la Cámara Baja el 29 de abril de 2010, al considerar que su uso enmascara una condición de esclavitud.1 En el mismo año se prohibió en Francia la ocultación del rostro en el espacio público y se abrió el mismo debate en varios estados europeos. Aún así, el 23 de junio de 2010 la Asamblea del Consejo de Europa aprobó una resolución sobre el islam y la islamofobia que desaconseja la prohibición total de los velos integrales (burka y niqab) porque puede inducir a las mujeres a no salir de casa, aunque reconoce que esta tradición puede ser “una amenaza para la dignidad y la libertad de la mujer”.2

Así la considera la feminista argelina Wassyla Tamzali que denuncia la brutal privación de derechos que supone para las mujeres la imposición del velo o la permisividad con la que se ha tratado en occidente:

Un libro que nos deja una interesante reflexión sobre una realidad cada vez más frecuente en Europa

“El burka no representa la expresión de una cultura “que no es la mía”, ni el signo de una libertad religiosa, ni mucho menos la marca de la laicidad o del respeto a la segunda religión europea; supone una violación de las leyes existentes y del orden público, tal y como está definido en las mismas sociedades europeas. Por esta razón, es inaceptable en el espacio público, de la misma manera que lo son las prácticas sadomasoquistas y cualquier forma de domesticación de las mujeres. A condición, evidentemente, de que se considere la igualdad de los sexos como parte inalienable de las leyes que rigen Europa y de los principios reconocidos que permiten definir, en ese espacio, qué es el orden público.”3

Y tal vez ese sea el quid de la cuestión: ¿Realmente considera Europa la igualdad de los sexos como parte inalienable de sus leyes? Si así fuera, debería ser más tajante en la prohibición del velo y no ampararse en la excusa de la tradición ya que, como mantiene el escritor libanés Amin Maalouf (Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2010), «las tradiciones solo merecen ser respetadas en la medida que son respetables, es decir, en la medida exacta en que respetan los derechos fundamentales de los hombres y las mujeres». Además, ¿por qué debe recaer sobre las mujeres la carga de mantener y transmitir su tradición cultural o religiosa, mientras los hombres de dicha cultura visten al modo occidental en los mismos lugares en los que a ellas se les exige un uso arcaico que las limita? Seguramente porque la intención es precisamente esa: mantenernos limitadas. Así, nos recuerda Tamzali que no posicionarse contra el velo es oprimir a la mujer en nombre de la cultura.

«Las tradiciones solo merecen ser respetadas en la medida que son respetables, es decir, en la medida exacta en que respetan los derechos fundamentales de los hombres y las mujeres» (Amin Maalouf)

¡Qué importante es, cuando lo quiere el patriarcado, la cuestión cultural para las mujeres! Mientras siempre se nos ha mantenido apartadas de los ámbitos culturales, de la educación, de las enseñanzas regladas… Siempre veladas, con velos religiosos y tradicionales como los islámicos; con “velos” impuestos por las modas que nos dicen como deben ser nuestros cuerpos: “el harén occidental es la talla 38”4, advierte la escritora marroquí Fatema Mernissi; con todo tipo de artilugios para ocultarnos, anularnos, para velarnos el cuerpo y la mente, para no permitirnos ser libres, para no reconocernos como iguales. La egipcia Nawal El Saadawi (médica, escritora y presidenta de la Asociación de Mujeres Árabes Solidarias) nos recuerda:

“La mentalidad patriarcal indica que las mujeres son un objeto para ser cubierto, decorado, o estar desnudo… Solo la educación las hará libres y dejarán de ser esclavas de las multinacionales del maquillaje o de las dictaduras islámicas del velo.”

Por eso, el debate sobre el velo, abierto respecto al espacio público, es aún más importante, si cabe, dentro del ámbito educativo en el que dista mucho de estar resuelto. ¿Qué tipo de mensaje le damos a nuestras hijas permitiendo que sus compañeras vayan a clase veladas, con el pretexto de la tradición, la cultura o la religión? ¿Les podemos enseñar el respeto hacia el otro mientras no les ofrecemos el respeto que como mujeres merecen y nos olvidamos de su derecho fundamental a la igualdad? ¿Es lícito hacer del derecho a una supuesta cultura un derecho superior al de la igualdad de sexos?

La implicación directa del uso del velo y el sometimiento y alejamiento de la mujer del espacio público nos lo pone de manifiesto Tamzali con el ejemplo de una joven madre musulmana que aparece en la revista francesa Le Point del 21 de enero de 2010:

“Primero, el uso del hiyab, después el abandono de toda actividad profesional, por último el velo integral. Después llegó la desescolarización de las tres hijas. “Aunque son muy jóvenes, la enseñanza mixta me molestaba.”5

Yo también he visto, impotente, esa progresión y ha sido en nuestro país. Un país que debería esforzarse por hacer que se cumplan, sin excepciones, los derechos fundamentales de hombres y mujeres porque, como nos recuerda Itziar Elizondo:

“Para desvelar el horizonte hay que tomar decisiones. Y la estrategia adecuada, frente a comunidades étnicas que se sienten “amenazadas” en su identidad por Occidente, es la de fortalecer a las mujeres de esas minorías.6

Me atrevo a añadir que la mejor forma de fortalecer a esas mujeres es mediante la educación, facilitándoles el acceso al ámbito educativo, al conocimiento del idioma, implantando leyes y estrategias que garanticen la participación de sus hijas en todos los niveles educativos, impidiendo el abandono. Porque mientras una mujer esté sometida, las demás no podemos estar seguras de ser libres y nos queremos libres de todos los velos que nos haya impuesto el patriarcado, nos queremos —¡por fin!— DESVELADAS.


1ELIZONDO, Itziar, “España y Cataluña: el desvelo de un debate no resuelto”. Apéndice en el libro de Wassyla Tamzali, El burka como excusa. Terrorismo intelectual, religioso y moral contra la libertad de las mujeres, Saga Editorial, 2010, p. 105.

2 Ibíd., p. 106.

3TAMZALI, Wassyla, El burka como excusa. Terrorismo intelectual, religioso y moral contra la libertad de las mujeres, Saga Editorial, 2010, p. 81.

4MERNISSI, Fatema, El harén occidental, Madrid, Espasa-Calpe, 2000.

5TAMZALI, Wassyla, El burka como excusa. Terrorismo intelectual, religioso y moral contra la libertad de las mujeres, Saga Editorial, 2010, p. 61.

6ELIZONDO, Itziar, “España y Cataluña: el desvelo de un debate no resuelto”. Apéndice en el libro de Wassyla Tamzali, El burka como excusa. Terrorismo intelectual, religioso y moral contra la libertad de las mujeres, Saga Editorial, 2010, p. 135.



Elisa Vázquez.

Nacida en Ponferrada, donde actualmente reside, es diplomada en Educación Infantil y doctora en Filosofía por la Universidad de Murcia. Escribe, principalmente, Literatura Infantil y Juvenil. Tiene publicados los siguientes libros: Doña Chancleta y el cohete-lavadora (agotado); La Pócima Mágica y Regreso a Montecorona (los dos primeros títulos de la colección Lucy y Pepón en NubeOcho Ediciones); Amapola y la Luna y El sueño del ángel (Ediciones en Huida); El Reino de Úlver, con la colaboración del Consejo Comarcal del Bierzo y Marta y Brando. Magia traviesa (Uno Editorial).

            Socia fundadora del Club Literario Petronio, que intenta fomentar la lectura y activar la vida cultural en su localidad, participa con sus cuentos y artículos en blogs y espacios literarios televisivos. Sus textos —principalmente relatos, artículos y poemas— aparecen en varias antologías de escritoras leonesas, como en el libro homenaje a Concha Espina publicado en 2018 y en un segundo publicado en 2020 sobre la misma autora. A Josefina Aldecoa en 2019; a Alfonsa de la Torre en marzo de 2020 y este año en el libro dedicado a la poeta berciana Manuela López. Así mismo, en el libro de autores bercianos que se editó con motivo de la entrega del Premio de la Crítica Literaria 2018, que tuvo lugar en Villafranca del Bierzo a primeros del mes de abril del año 2019. En 2021 ha publicado Vivir del viento, su primera novela para adultos, con la editorial Letra r y ha participado con uno de sus relatos en la antología Misterio en El Bierzo, de la editorial Más Madera.

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