La educación de la mujer en la Alemania nazi.

Por Elisa Vázquez

Sección: Mujeres y Educación

Miércoles, 8 de diciembre. 2021

Decía Almudena Grandes —cuyo reciente fallecimiento nos ha dejado desolados a lectores y admiradores— que la cultura es la escuela del libre pensamiento y del pensamiento crítico. Tal vez por eso nunca les ha gustado la cultura a los regímenes totalitarios y han sido muy conscientes de la necesidad de tener controlado ese importantísimo poder social, intentando por todos los medios imponer su ideología desde las bases educativas, desde la escuela. Lo mencionaba en la entrada anterior a propósito de la educación durante la dictadura franquista en nuestro país y lo quiero volver a tratar en esta, señalando que el fascismo que asoló Europa en el pasado siglo conocía la necesidad de adoctrinar al pueblo para poder alcanzar sus objetivos de dominio. Así, la llegada al poder del partido nazi supuso el control de la educación de Alemania a todos los niveles. La escuela, y los diferentes grupos juveniles surgidos para completar la instrucción del perfecto nacionalsocialista, fueron puestos al servicio del Führer. Pero, al igual que ocurría aquí bajo la supervisión de la Sección Femenina falangista, la educación para las chicas del Tercer Reich era muy diferente de la de los chicos. Es bien sabido que el papel de las mujeres era, para cualquier doctrina fascista, el de perfecta esposa y madre; pero quiero revisar un caso muy significativo en el ideario de la Alemania nazi: las llamadas “Escuelas para novias”1 que Gertrud Scholtz-Klink —la mujer de más alto rango del Tercer Reich, que lideró la Liga Nacionalsocialista de Mujeres, y amiga personal de Himmler— dirigió durante los años 30 y 40.

Gertrud Scholtz-Klink , directora de las Escuelas para novias, del Reich alemán, durante los años 30-40

Hace poco se encontró en el Archivo Federal alemán un volumen que recoge las reglas que estas novias ideales del partido nacionalsocialista debían seguir, junto a varios documentos que certificaban que las chicas habían conseguido terminar con éxito el curso de seis semanas que era imprescindible para casarse con un miembro de las SS, necesidad que hizo legal el propio Himmler mediante un decreto que firmó en 1936. Algo parecido al Servicio Social Femenino de nuestro país —prestación obligatoria de varios meses que se estableció en España entre los años 1937 y 1978 para las mujeres entre 17 y 35 años que estuviesen solteras, que quisieran acceder a un trabajo remunerado o a un título académico u oficial, obtener el pasaporte o el carné de conducir—, pero mucho peor, porque el objetivo era el matrimonio y el total sometimiento de la mujer a los valores e ideales del partido nacionalsocialista, convirtiéndose en transmisora de los mismos y garante de la pureza de la raza. Según la propia Scholtz-Klink las mujeres debían ser las proveedoras espirituales del nuevo régimen.

Además de ser “proveedoras espirituales”, en las escuelas de novias estaban obligadas a aprender a cocinar, mantener la casa, coser, limpiar, planchar, cuidar a los niños, criarlos y saber decorar el hogar. También se las instruía en modales y en cómo comportarse en los eventos sociales, sabiendo mantener una conversación interesante y amena.

La organización juvenil que se encargó de formar a las ‘esposas perfectas’ durante el nazismo (imágenes vía Wikimedia commons)

El partido nazi tenía muy claro el lugar de las mujeres, a las que pretendía apartar de la esfera pública ya que, según manifestó el propio Hitler: “Las mujeres alemanas quieren ante todo ser esposas y madres, no quieren ser camaradas, como esos rojos que tratan de congraciarse con el pueblo y pretenden convencerse a sí mismos y a ellas. No echan de menos la fábrica, no echan de menos la oficina, y tampoco echan de menos el Parlamento. Un hogar íntimo, un marido cariñoso y un montón de niños felices es algo más próximo a sus corazones.”2 Como consecuencia, además de crear las “escuelas de novias” y diferenciar notablemente los contenidos escolares para chicos y para chicas, se limitó la asistencia femenina a las universidades promulgándose, el 25 de abril de 1933, la Ley Contra la Congestión en las Escuelas y las Universidades, que imponía una cuota regulada para los judíos y las mujeres —¡de nuevo convertidas en minoría!—. Únicamente el 1,5% de los estudiantes podían ser judíos y solo un 10% podían ser mujeres.

A pesar de que en la república de Weimar, las mujeres habían ejercido por primera vez el derecho al voto —las mujeres siguieron conservando el derecho al voto, algo inútil en un estado totalitario, pero empezaron a ser metódicamente despojadas y desalojadas de todos los ámbitos de la vida pública—, y que incluso la clase media prestaba atención a la educación de sus hijas, la ideología nazi manifestaba abiertamente que: “El hombre y la mujer son desde que el mundo es mundo dos seres distintos, con funciones separadas”, o que: “El mundo de la mujer es pequeño, comparado con el del hombre”3, haciendo todo lo posible por devolver a la mujer al ámbito del hogar —lo que en principio conllevó indignación en amplias zonas de Alemania, e incluso disputas dentro del partido— no solo por convencimiento ideológico, sino también como estrategia económica: devolviendo a la población femenina a sus casas, Hitler consiguió frenar el paro en el país. El régimen fomentó el matrimonio y la maternidad, dentro de su pretensión de pureza racial, otorgando numerosas ventajas a las mujeres que dejaban su trabajo y se casaban para tener el mayor número de hijos posibles para la patria. Incluso impuso “el año de servicio doméstico” que obligaba a las mujeres mayores de 18 años a trabajar sin remuneración en casas de familias numerosas. El objetivo de este servicio era instruir a las mujeres en las funciones del hogar a la vez que se generaba una asistencia social gratuita para las madres de muchos hijos4.

Sin embargo, cuando la guerra obligó a los hombres a acudir como soldados a los diferentes frentes, la propia Gertrud Scholtz-Klink se vio obligada a replantear su ideal de la feminidad nazi, ya que veía cómo las mujeres que habían quedado en retaguardia tenían que ocuparse de algunas labores para las que su curso no les había preparado, como de la producción industrial, que obligó a muchas mujeres a comenzar a trabajar en las fábricas para cubrir el déficit de mano de obra masculina, situación que ya había tenido lugar en la Primera Guerra. En ese momento ya no se veía tan mal el trabajo femenino fuera del hogar…

En fin, sirvan estas breves pinceladas sobre la educación de las mujeres en la Alemania nazi para recordar las estrategias que se han usado siempre en distintos tiempos y lugares para someter a media humanidad y sirvan, sobre todo, para evitar el olvido. Porque el olvido trae de la mano la posibilidad de retroceso. Un peligro de retroceso que casi nunca se tiene en cuenta, una posibilidad que suele ser con frecuencia inconscientemente descartada pero que se puede dar con mayor facilidad de lo que pensamos, como ya nos recordaba Beatriz Preciado en 2015:

“Las innovaciones teórico-políticas generadas por el feminismo, el movimiento de liberación negro, la teoría queer y transgénero durante los últimos cuarenta años parecen hoy adquisiciones perennes. Sin embargo, en el actual contexto de guerra global, este conjunto de saberes y prácticas podrían ser de nuevo arrasadas con la velocidad con la que un microchip se funde en el fuego”5.

BIBLIOGRAFÍA PARA AMPLIAR LA INFORMACIÓN

. Ocampo, Silvina A., “EL ROL DE LA MUJER BAJO EL NAZISMO”. XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza. 2013

. Preciado, P. B., Testo yonqui, Madrid, Espasa Libros S.L.U., 2015

. Sigmund, A., Las mujeres de los nazis, Barcelona, Plaza y Janes editores S.A., 2000

LAS NOTAS

1 La primera escuela de novias fue abierta en la isla de Schwanenwerder, situada en mitad del lago Wannsee, en el extrarradio berlinés, y fue impulsada por Gertrud Scholtz-Klink y Himmler, que vieron en estas instituciones una útil herramienta de control social y de consolidación de la pureza de la raza aria.

2 Ver en: Sigmund, A., Las mujeres de los nazis, Barcelona, Plaza y Janes editores S.A., 2000

3 Sigmund, 2000

4 Ocampo, Silvina A., “EL ROL DE LA MUJER BAJO EL NAZISMO”. XIV Jornadas Interescuelas/Departamentos de Historia. Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras. Universidad Nacional de Cuyo, Mendoza. 2013, p. 13.

5 Preciado, P. B., Testo yonqui, Madrid, Espasa Libros S.L.U., 2015, p. 240-241.


Elisa Vázquez.

Nacida en Ponferrada, donde actualmente reside, es diplomada en Educación Infantil y doctora en Filosofía por la Universidad de Murcia. Escribe, principalmente, Literatura Infantil y Juvenil. Tiene publicados los siguientes libros: Doña Chancleta y el cohete-lavadora (agotado); La Pócima Mágica y Regreso a Montecorona (los dos primeros títulos de la colección Lucy y Pepón en NubeOcho Ediciones); Amapola y la Luna y El sueño del ángel (Ediciones en Huida); El Reino de Úlver, con la colaboración del Consejo Comarcal del Bierzo y Marta y Brando. Magia traviesa (Uno Editorial).

            Socia fundadora del Club Literario Petronio, que intenta fomentar la lectura y activar la vida cultural en su localidad, participa con sus cuentos y artículos en blogs y espacios literarios televisivos. Sus textos —principalmente relatos, artículos y poemas— aparecen en varias antologías de escritoras leonesas, como en el libro homenaje a Concha Espina publicado en 2018 y en un segundo publicado en 2020 sobre la misma autora. A Josefina Aldecoa en 2019; a Alfonsa de la Torre en marzo de 2020 y este año en el libro dedicado a la poeta berciana Manuela López. Así mismo, en el libro de autores bercianos que se editó con motivo de la entrega del Premio de la Crítica Literaria 2018, que tuvo lugar en Villafranca del Bierzo a primeros del mes de abril del año 2019. En 2021 ha publicado Vivir del viento, su primera novela para adultos, con la editorial Letra r y ha participado con uno de sus relatos en la antología Misterio en El Bierzo, de la editorial Más Madera.

7 comentarios en “La educación de la mujer en la Alemania nazi.

  1. Muy interesante, para conocer, para no olvidar, para recordar, y para no dejar de asombrarnos de que el 51% de la población mundial sea considerada «una minoría». Indignante, ¿no?

    Gracias por las referencias. Qué bueno poder seguir ahondando en estos temas tan dolorosos.

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