AMELIA EDWARDS. EGIPTÓLOGA, NOVELISTA, POETA, PERIODISTA, SUFRAGISTA… Por Elvira Martínez Ropero

Sección: En femeNILO

Viernes, 9 de febrero. 2024

Esta es la historia de una mujer en plena época Victoriana que llegó a convertirse en una amante de la cultura egipcia, en la primera mujer reconocida como egiptóloga, en un mundo en el que ya era de por sí muy complicado para las mujeres dedicarse al estudio y la intelectualidad. Pero no solo eso, fue una prolífica escritora y periodista, y una exitosa exploradora, llegando a ser la cofundadora de la Egypt Exporation Fund. Sus escritos también se enmarcaron en el periodismo, incluyendo el compromiso social en ellos,  lo que queda demostrado con su participación en el movimiento sufragista.

Amelia Edwards aún en su etapa joven.

Amelia nació en Londres en 1831, su padre era un militar retirado que se había establecido como banquero y fue su madre quien se ocupó de su educación. De niña ya mostró inclinación por la escritura y  a los siete años publicó ya un poema en una revista y a los doce un cuento completo. Sus lecturas incluían la historia egipcia y a prestigiosos egiptólogos como J. Gardner Wilkinson. Desde joven también mostró gusto por el teatro, incluso actuando y cantando ópera, pues parece ser que tenía un buen timbre de voz. Sin embargo, el teatro no estaba muy bien visto para una señorita en la época. La música era una constante en su vida pues llegó a ser organista en la Iglesia de San Miguel.

Ya en los años sesenta del siglo XIX, colaboraría frecuentemente en la revista que Charles Dickens habría fundado, All The Year Round, no obstante, muchas de esas publicaciones, que solían ser cuentos de fantasmas, se publicaron anónimamente y con ilustraciones realizadas por la propia Amelia. 

Su participación en el movimiento sufragista fue muy activa, incluso fue un tiempo la vicepresidenta de la Sociedad Promotora del Sufragio Femenino.

Su ansía de independencia la alejó de cualquier matrimonio y aunque aparecen hombres en su historial amoroso, es cierto que finalmente parece acabar relacionándose solo con mujeres. Lucy Renshawe será su fiel amiga en sus múltiples viajes por Suiza, Florencia, Bélgica…

En 1873 viaja a Egipto con amigos para recorrerlo durante dos años, en los que la situación que allí puede ver le deja escandalizada con la profanación y trato a las obras de arte, por lo que decide crear la Egyptian Exploration Fund (en la actualidad, Egypt Exploration Society) que tenía como finalidad la conservación de los monumentos y que, además, financiaría campañas como la de Flinders Petrie, que permitiría a este la fundación de su museo londinense.

Busto de Amelia Edwards en el Museo Petrie de Londres

En este viaje queda completamente enamorada de Egipto, de su pasado y su presente. Acaba participando en una excavación y descubriendo un santuario. Su trabajo como egiptóloga también supuso un adelanto a su época pues defendió con fervor el rigor científico y el trabajo exhaustivo de clasificación y estudios, siempre priorizando el cuidado y preservación de las piezas y monumentos, una tarea que no se realizaba en la época de una manera tan pormenorizada y con tanta preocupación. Además dejó claro que para ella el aumento del turismo era un problema para la conservación. 

A la vuelta de su viaje se dedicó a la divulgación de la cultura egipcia con una serie de conferencias que la llevaron a recorrer Estados Unidos y a la búsqueda de financiación y de medios para continuar con campañas en el país. Fue más allá creando con su financiación la primera Cátedra de Egiptología de Reino Unido.

De su carrera como escritora destacan sus cuentos de fantasmas y sus relatos de viajes. Obtuvo gran fama con novelas como La historia de Bárbara, una historia sobre la bigamia o el El carruaje fantasma, que pertenece a su colección de relatos sobrenaturales. Desde  su novela Lord Brackenbury que tuvo quince ediciones, pudo vivir de sus escritos y ser independiente ya desde la temprana edad de 24 años.

Durante su tiempo en Egipto recogió datos constantemente y esa preocupación por el registro y el recuerdo le llevo a la publicación de uno de sus títulos más afamados, Mil millas Nilo arriba, en el que relata su recorrido por Egipto relatando detalles de los lugares y la cultura, un libro en el que además incluyó ilustraciones realizadas por ella misma y en el que dio importancia a los detalles, mostrando una visión muy diferente tanto del Antiguo Egipto como el Egipto del Siglo XIX.

Dibujo de Abou Simbel (Nobia), realizado por la propia Amelia para su libro Mil millas Nilo arriba.

Como su carrera literaria comenzó ligada a la publicación en periódicos también se hizo pronto camino en el periodismo, publicando en periódicos como Morning Post o Saturday Review.

Su escritura literaria cuenta con aproximadamente una veintena de libros entre novelas y libros de relatos, poesía y viajes. Entre sus publicaciones también hay libros de divulgación e investigación histórica y arqueológica como es el caso de Dioses, faraones y exploradores, resultado de sus conferencias en Estados Unidos.

Tumba de Amelia, en la que queda patente su pasión por el mundo egipcio.

Tras sufrir un accidente en el brazo izquierdo y un par de percances más relacionados, tuvo la fatalidad de que esta rotura derivara en una astilla clavada en una artería. Poco después fue diagnosticada de cáncer y operada, extirpándole un pecho y dicho cáncer de su cuerpo. Aún así, todo esto le causó una gran debilidad y una gripe acabo por provocar finalmente su muerte en 1892. Se encuentra enterrada en Bristol y su tumba es un precioso homenaje a su gran pasión, pues la lápida sobre el suelo es un  Ankh (símbolo del antiguo egipcio de la vida) y la inscripción se encuentra a la cabeza del mismo en un pequeño obelisco.

En su testamento legó 5000 libras, sus libros, documentos, colección de antigüedades y la cátedra al University College de Londres, quien como condición debía llamarla la cátedra de Aqueología y Filología Egipcia. Entre esta y otras condiciones que la Universidad debía cumplir para obtener la cátedra, destaca la cláusula que determina que clases, becas y exposiciones debían estar abiertas a personas de ambos sexos sin distinción.

Como en otros artículos de esta sección sobre grandes mujeres pioneras de la egiptología, nos encontramos de nuevo con una mujer adelantada a su tiempo, luchadora, fuertemente vinculada a la literatura y con una pasión por Egipto que la llevó a ser una gran egiptóloga preocupada por la conservación y el conocimiento. De nuevo, una gran mujer cuyo perfil variado y completo nos muestra que hay nombres que merecer sonar tanto como el de otros grandes exploradores, de quienes todos han oído hablar.

Una fotografía de Amelia

Elvira Martínez Ropero. Escritora

Nací y crecí en Trobajo del Camino, León. Estudié Filología Hispánica en la Universidad de León, completando estos estudios con el CAP y un Master de Literatura Comparada. He participado en varios congresos de la Sociedad Española de Humanistas y en algunos recitales de poesía, afición que desembocó en la publicación de mi poemario Luciérnagas en el desierto y que ha impulsado mis ganas de seguir creando versos.  La predilección por las culturas antiguas nunca ha salido de mi formación, desde el estudio de lenguas antiguas: latín, griego, hebreo, egipcio e incluso un poco de sumerio; hasta la obtención del título de Egiptología del Museo Liceo Egipcio de León.  Mi carrera profesional se ha volcado en la enseñanza de Lengua y Literatura en secundaria y bachillerato. También estoy trabajando en el Museo Liceo Egipcio de León en la traducción de textos jeroglíficos con un maravilloso equipo, así como realizo en el mismo una visita teatralizada nocturna que escenifica los ritos de muerte y resurrección del Antiguo Egipto. 

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