EL DIVORCIO EN EL ANTIGUO EGIPTO. Por Elvira Martínez Ropero

Sección: En femeNILO

Viernes, 17 de noviembre. 2023

En el anterior artículo (“El matrimonio en el Antiguo Egipto”) pudimos comprobar la importancia de la institución matrimonial y lo avanzados que eran en cuanto a la manera de entender esa unión, en la que incluso podía haber un periodo de prueba. Un matrimonio en el que las diferencias entre el hombre y la mujer eran mucho menores que en el resto de civilizaciones que les rodeaban (y que las lejanas también, incluso que muchas de las más cercanas en el tiempo).

Como ya dijimos, lo ideal y el propósito del matrimonio era que este durara toda la vida y pudiera continuarse en la vida después de la muerte, en aquella segunda vida tan ansiada para los egipcios. Pero, una cosa es lo que se pretende y otra lo que se consigue y por ello, el divorcio en la civilización nilótica era algo establecido como normal, pero no era demasiado frecuente.

Manos entrelazadas de una pareja. Relieve

Casarse consistía en comenzar a convivir y con ello se solía formular un contrato y, por lo tanto, para divorciarse también se abandonaba esa convivencia pero en este caso, sí había un proceso en el que se exigían motivos de divorcio y que se cumpliera lo estipulado en el contrato prenupcial, así como lo que la ley estableciera para compensar a la mujer por la situación en la que quedase tras la separación.

Tanto casarse como divorciarse era un acto privado y una vez disuelto un matrimonio cualquiera de los dos podía volver a casarse. La mujer solía recibir un certificado de ese divorcio para que pudiera actuar con libertad en sus relaciones futuras y no pudiera ser acusada de adúltera, lo que era conocido como “el gran crimen”. Además, de manera general, el trámite era bastante sencillo, bastaba con las palabras de uno de los miembros (o ambos) en las que declarara querer separarse.

No todos los motivos eran aceptados como lícitos para separarse pero sí que hay una buena lista de motivos por los que un divorcio podía ser solicitado, además este podía ser pedido por cualquiera de los dos cónyuges. Entre los motivos de los que existen casos registrados de divorcio estaban:

  • El adulterio, por cualquiera de los dos partes. Aunque parece que estuvo más penado el adulterio femenino, llegando a ser los rumores o sospechas del esposo suficiente motivo para solicitarlo.    
  • El no haber conseguido tener hijos durante el matrimonio. En estos casos, el marido podía intentar tenerlos con una concubina, en el caso de que se pudiera permitir tener otra esposa, que no era tan habitual. La esterilidad en la sociedad egipcia era una gran desgracia, pero el primer consejo ante esta situación era escoger adoptar para que el hogar y la familia creciera.
  • La incompatibilidad de la pareja. Que tras la unión descubrieran que “no estaban hechos el uno para el otro”.
  • Quejas de la dedicación de uno de los dos al matrimonio, por ejemplo el caso de que el hombre trabajara demasiado.
  • Que uno de los dos esposos declarara estar enamorado de otra persona, sin haber cometido adulterio por supuesto.
  • Incluso hay documentados casos en los que las mujeres solicitaban la separación por maltrato por parte de su esposo.

En el caso de que la demanda de divorcio fuese debido a que la esposa fuese acusada de infidelidad, ella debía, ante un testigo, jurar que no había cometido tal acto y así, quedaba limpia de cargo, pues jurar en vano sería castigado por los dioses. No obstante, tras tal acusación la ofensa quedaba hecha y en ocasiones debía ser resarcida. Si se demostraba la infidelidad, la condena era diferente y más o menos dura dependiendo de la época y de la gravedad.

Diosa Maat, que representaba el equilibrio al que todo debía aspirar, incluidos los matrimonios.

Con la libertad para divorciarse en mano, la decisión y el éxito del matrimonio dependían solamente de la voluntad de la pareja. Además, el objetivo principal de la vida egipcia estaba mantener el Maat (equilibrio universal) por lo que de nuevo, la prosperidad del matrimonio era importante también desde lo divino. También, existe una creencia sobre la motivación para no divorciarse, y es el hecho de que en el caso de separación el hombre tenía una serie de cargas que cumplir con su ex, que solían perjudicarle y que principalmente eran las siguientes:

  • Devolver los bienes que se estipularan en el contrato prenupcial. Todo lo que aportó la esposa debía serle devuelto.
  • Entregar la tercera parte de los bienes que hubieran sido obtenidos después del casamiento.
  • En el caso de que fuera ella quien abandonase al esposo solo debía darle una pequeña compensación.
  • Si la casa en la que estaban conviviendo pertenecía a la mujer, entonces él debía buscarse un nuevo hogar.
  • A veces, podía reclamarse, debido a la ofensa de ser repudiada sin causa demostrada, parte del patrimonio del marido, así como un capital derivado de la alimentación.
  • De haber hijos en común, debía tenerse en cuenta a estos para el pago.
  • Si el repudiado era el marido y no había una causa bien justificada, este también podía reclamar quedarse con todos los bienes adquiridos en común.

Todos estos pagos dependían de la situación y características del propio divorcio, así como de las causas, pero siempre se procuraba no dejar desamparada a la mujer que había sido repudiada.

Pareja trabajando juntos en el campo

En el caso de que el marido no pudiera pagar lo que le correspondiera, ella podía continuar viviendo en el domicilio conyugal y cumplir con la subsistencia de esta hasta el momento en que pudiera pagar las cuentas que se le hayan exigido para el divorcio. Al contrario, si la mujer había sido la que abandonara a su esposo, ella solo tenía que darle una pequeña compensación, y si lo había dejado y la casa era de la propiedad de ella, el esposo tenía que encontrar otra vivienda. En las ocasiones en las que ella tiene que abandonar su casa, suele regresar al hogar de sus padres, donde era recibida sin ningún reproche.

En cualquiera de los casos posibles, si lo ideal era estar en armonía con la vida el divorcio no parecía lo ideal para ello, sin embargo no había ningún estigma social por llegar a ello si no había causas graves para el mismo y los anteriormente esposos podían rehacer su vida sin problema, incluso aunque tuvieran hijos en común, cuyo bienestar también era tenido en cuenta.

Así, llama mucho la atención como un derecho como el divorcio, y más aún el divorcio igualitario, por el que nuestra sociedad ha tenido que luchar encarecidamente, especialmente en el caso de las mujeres, ya existía en la antigua sociedad egipcia. Un divorcio en el que se tenía en cuenta que, aunque tenían derecho a hacerlo,  ejercer una profesión no era lo habitual en el caso de las mujeres y si no se estipulaba con claridad, podían quedar desamparadas en caso de separación. Por ello, tanto el sistema de casamiento como el de divorcio, intentaban favorecer el éxito del matrimonio y el bienestar de la mujer, que abandonaba su hogar para convivir con su esposo. Un sistema que, además, podemos entender, más que igualitario era equitativo, sistema que aún no hemos conseguido establecer en muchos casos, en pleno siglo XXI.


Elvira Martínez Ropero. Escritora

Nací y crecí en Trobajo del Camino, León. Estudié Filología Hispánica en la Universidad de León, completando estos estudios con el CAP y un Master de Literatura Comparada. He participado en varios congresos de la Sociedad Española de Humanistas y en algunos recitales de poesía, afición que desembocó en la publicación de mi poemario Luciérnagas en el desierto y que ha impulsado mis ganas de seguir creando versos.  La predilección por las culturas antiguas nunca ha salido de mi formación, desde el estudio de lenguas antiguas: latín, griego, hebreo, egipcio e incluso un poco de sumerio; hasta la obtención del título de Egiptología del Museo Liceo Egipcio de León.  Mi carrera profesional se ha volcado en la enseñanza de Lengua y Literatura en secundaria y bachillerato. También estoy trabajando en el Museo Liceo Egipcio de León en la traducción de textos jeroglíficos con un maravilloso equipo, así como realizo en el mismo una visita teatralizada nocturna que escenifica los ritos de muerte y resurrección del Antiguo Egipto. 

2 comentarios en “EL DIVORCIO EN EL ANTIGUO EGIPTO. Por Elvira Martínez Ropero

Deja un comentario