LA ROMANTIZACIÓN DEL DOLOR. LA MUJER EN LANA DEL REY. Por Irene Fidalgo López

Sección: Escriben nuestras jóvenes

Miércoles, 19 de junio. 2024

Lana del Rey ha sido una de las artistas que, desde adolescentes, nos ha acompañado a muchos de nosotros a través de los auriculares del mp3.

Su lenta cadencia nos llamaba a seguirla bailando lánguidamente en la oscuridad de nuestra habitación. Las letras cargadas de múltiples connotaciones y la historia con la que se completaban sus sencillos, gracias a los vistosos videoclips que contribuían a crear el aura de misterio y melancolía por la que la artista es conocida, conseguían crear un hechizo en todos aquellos que hemos seguido su carrera artística desde 2012.

Su referencia a la cultura estadounidense de los años cincuenta y sesenta, desde la mirada de los primeros años de los dos mil, resultaba intrigante, apelando a una nostalgia no vivida por la mayoría de los fans que escuchábamos su música, entretejiendo una estructura donde los elementos contemporáneos de sus letras se veían plasmados por medio de una sensación de pérdida de una época. La evocación de los peinados recogidos altos, las faldas amplias plisadas y la búsqueda del sueño americano que tan lejos se presentaba siempre de la mano de sus protagonistas, creaba una pulsión de emoción que nos perseguía con cada uno de los acordes de sus canciones.

Conviene mencionar que no solamente sus videoclips se encontraban a años luz de otros cantantes de la época al incluir múltiples referencias a la cultura pop, el arte y la literatura, sino que la sencillez de sus canciones enmascaraba toda una suerte de complejidad psicológica que merece la pena analizar, tomando como referencia la presencia, siempre palpable, de caracteres femeninos.

Desde su primer álbum hasta su más conocido Born to die, llama la atención la presencia de mujeres que comparten características similares a través de su producción. En Video Games, la mujer se convierte en una narradora omnisciente de una serie de recuerdos que despiertan con la melodía, mientras que en Born to die y Blue Jeans se recrea a la mujer que interesa comentar con más detalle: la mujer anclada en una relación tóxica, sujeta por su dependencia al hombre que, con su amor, solo se recrea en un círculo vicioso del que no puede escapar. La muerte que sufre es, por un lado, metafórica, al comparar al hombre con un cocodrilo que la sujeta bajo su cuerpo en el agua, o, por otro lado, de manera directa por medio de un accidente de tráfico.

El tercer álbum de Lana del Rey

Ultraviolence, su tercer álbum sigue en la misma línea narrativa. Desde el propio título, Lana del Rey introduce a sus fans en la temática que, con más fuerza, destacará en sus canciones: la violencia, la agresión que se presenta en algunas relaciones, una trampa de la que las mujeres que proyecta en sus narrativas no pueden (o no quieren) salir. Desde West Coast, Ultraviolence y Brooklyn Baby, se puede apreciar la llamada de atención que la compositora y cantante quiere presentar a través de sus personajes femeninos: atrapadas en una relación abusiva y de control con hombres mayores que ellas, condenadas a casarse con un hombre maltratador o, sencillamente, perseguir un sueño inalcanzable que se les resbala entre las manos al verse apresadas en su propio dolor.

Lo mismo se podría decir de sus siguientes álbumes: Honeymoon y Lust for life, en los que la temática no solo se mantiene, sino que se profundiza la crítica social y personal de un tipo de vida condenado al fracaso.

Varios han sido los medios que -debido a su original forma de combinar la narrativa de sus videoclips con las letras de las canciones para completar el sentido de estas últimas en una suerte de semiótica lingüística a través de las imágenes- han tachado a Lana del Rey de intentar promocionar una imagen poco saludable de las mujeres, romantizando la melancolía, el dolor y el sentimiento de pérdida. Su mensaje, sin embargo, si se profundiza, fuera de la estética de sus vídeos y de la creación de una belleza inalcanzable (por estar fuera de la época actual), aparece desnudo, descarnado, sin una retórica que pueda distanciarnos de su sentido crítico. La romantización se ha disuelto. Solo está presente en una capa muy superficial de los videoclips, pero nunca se trasluce de la narrativa de sus letras, mostrando un claro mensaje crítico, ácido y, en muchas ocasiones, revulsivo, que nos deja una sensación de vacío que no está tan presente en el glamour de la época de los años cincuenta, como en la necesidad de presentar una voz de denuncia, camuflada en la fragilidad, nostalgia y la belleza de unos años donde el sueño americano parecía posible.


Irene Fidalgo López, es una joven escritora que tras estudiar el grado en Lengua española y su literatura en la facultad de León, actualmente se encuentra cursando un Máster en Formación del profesorado. Su interés por la literatura de lo insólito la ha llevado a colaborar en las residencias de verano con el grupo GEIG de literatura de la universidad de León.

Interesada por la lectura y escritura desde una edad temprana, comenzó su andadura por el mundo literario de su ciudad natal recitando en el Ágora de la Poesía y uniéndose posteriormente al joven colectivo #PLATAFORMA, con quienes ha participado en diversas performances poéticas y en publicaciones colectivas. Además ha participado también en las antologías colectivas de escritoras leonesas dedicadas, con motivo del 8 de marzo, a diversas escritoras como Josefina Aldecoa (2019) Alfonsa de la Torre (2020) Manuela López García (2021), así como en diversos encuentros como Escritores por Ciudad Juárez – León o la celebración del Día de las Escritoras, también en León.

Cuenta en su haber con el poemario Tiempo en calma con la editorial Mariposa Ediciones. 

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