La mujer en la literatura juvenil. Por Irene Fidalgo López

Sección: Escriben nuestras jóvenes

Viernes, 4 de febrero. 2023

Ser docente en formación significa leer muchos libros, entre los que se incluyen los clásicos juveniles y los de la más rabiosa actualidad, en un intento por incorporar materiales nuevos del canon mixto y universal de las aulas. Algunos de los nuevos títulos con los que me he encontrado en mi paso por las librerías de León me han dejado sorprendida sobre el papel de la mujer. Estoy hablando de obras como A través de mi ventana (Ariadna Godoy), Boulevard (Flor M. Salvador), La bruja blanca (Shelby Mahurin), Una corte de rosas y espinas (Sarah J. Maas), Alfter (Anna Todd) o El verano en que me enamoré (Jenny Han). El intento desesperado por tratar de forma diferente a las figuras femeninas de la tradición literaria ha creado un prototipo adolescente poco creíble. A pesar del gran acierto de numerosas escritoras feministas de la actualidad que ponen de relieve la construcción de los valores patriarcales a las que las mujeres siempre han cedido sus pretensiones, las novelas juveniles siguen acudiendo a los mismos prototipos de personajes que habían funcionado muchas décadas atrás, anulando la realidad actual de las adolescentes a un compartimento estanco en donde la valía de la mujer todavía depende de la del hombre.

En un mundo de tradiciones, mentiras y lucha frente a lo extraño aparecen las mujeres del pasado en El niño que comía lana de Cristina Sánchez-Andrade; los personajes femeninos en conflicto, pero fortalecidos por un misticismo mágico o el poder del desvío de Cristina Fernández Cubas; la mujer que alza su voz a pesar de sus heridas en Las cosas que perdimos en el fuego de Mariana Enríquez; la locura y la cordura de la mujer que sigue un destino trazado a fuego de Elia Barceló; la emancipación de la tradición de Jacinta Escudos; o la belleza de la crueldad en la mujer-doble de Laura Rodríguez Leiva. Todas ellas alzan la voz desde la literatura adulta para encontrarse, frente a frente, con los ojos de todas aquellas que miran a su literatura y se reconocen en ella. Son mujeres oprimidas que luchan, mujeres que no desean habitar en sus circunstancias de sumisión o condición de mujer. Todas ellas complejas, contradictorias, amantes y verdaderas. Pero, ¿qué es lo que ocurre en la literatura adolescente?

El mercado parece haberse estando en un único y prototípico perfil de mujer adolescente: la niña que ansía amar. Y a ello subordina todos los demás elementos de su vida. No solo parece un estereotipo agotado, convulso en una época de cambio donde el perfil del amor debería tener un papel secundario en la formación del personaje, sino que resulta aún más perturbadora la figura masculina a la que se subordina su afecto. Creo que he perdido la cuenta de los don Juanes que he visto desfilar por las páginas de estos libros juveniles: atractivos, seductores, con poca moral y perfil psicológico dudoso. Resulta doloroso que la imagen del amor mediatizada hasta la nausea siga conservando un patrón tan desagradable al gusto: la chica que se enamora del que no le conviene, desdeña al amigo que la quiere de verdad y huye con el chico malo que espera cambiar, pero que nunca lo hace del todo. ¿Es esta la imagen femenina que se pretende enseñar a las nuevas generaciones de mujeres que se acercan a la literatura? Ellos las maltratan en muchos casos (físicos y psciológicos), las abandonan, vuelven a un ciclo de autodestrucción o compulsión y ellas les perdonan. Una y mil veces. Por otro lado, tenemos al prototipo contrario de personaje masculino: el salvador. El chico perfecto, sin tacha, que salva a la chica de todos los peligros (reales o imaginarios) que aparecen en su vida. Y ella, claro, se encuentra tan agradecida que acaba enamorándose.

Aunque no niego que aparezcan mujeres librepensadoras, que se liberan de sus ataduras y libran un futuro por y para ellas mismas dentro de la literatura adolescente, este tipo de mujer está aún muy subordinado debido a su proliferación dentro de la literatura de género, donde la ciencia ficción y lo extraño otorgan más posibilidades al desarrollo de este tipo de personaje, mientras que, en la literatura romántica de corte realista, persisten los modelos anclados al hombre dual: el héroe y el burlador. Creo que es hora de que más novelas adolescentes decidan apostar por la mujer independiente frente a la enamoradiza.


Irene Fidalgo López, es una joven escritora que tras estudiar el grado en Lengua española y su literatura en la facultad de León, actualmente se encuentra cursando un Máster en Formación del profesorado. Su interés por la literatura de lo insólito la ha llevado a colaborar en las residencias de verano con el grupo GEIG de literatura de la universidad de León.

Interesada por la lectura y escritura desde una edad temprana, comenzó su andadura por el mundo literario de su ciudad natal recitando en el Ágora de la Poesía y uniéndose posteriormente al joven colectivo #PLATAFORMA, con quienes ha participado en diversas performances poéticas y en publicaciones colectivas. Además ha participado también en las antologías colectivas de escritoras leonesas dedicadas, con motivo del 8 de marzo, a diversas escritoras como Josefina Aldecoa (2019) Alfonsa de la Torre (2020) Manuela López García (2021), así como en diversos encuentros como Escritores por Ciudad Juárez – León o la celebración del Día de las Escritoras, también en León.

Recientemente ha publicado su primer poemario Tiempo en calma con la editorial Mariposa Ediciones. 

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