Sección: Con firma masculina
Sábado, 11 de junio. 2022
Tras la aparición del feminismo de la igualdad y del feminismo de la diferencia, la variedad de interpretaciones del feminismo fue creciendo.
A partir de diversas reuniones de ámbito mundial, celebradas en México, Nairobi y Pekín, fue surgiendo un feminismo institucional que fundamentalmente pretendía situar en el interior del sistema político los problemas de las mujeres. A raíz de este movimiento comenzaron a aparecer ministerios y organismos dedicados a la mujer. Por ejemplo, el Instituto de la Mujer se creó en España en 1983. A la vez, se fue afianzando el derecho de todas las mujeres a controlar su sexualidad y la reproducción, se fueron considerando como delitos la mutilación genital femenina y el maltrato a las mujeres, y se exigió que las mujeres también tuvieran acceso a la educación y a las operaciones bancarias, que tenían prohibidas sin el consentimiento de algún familiar varón.
En la actualidad uno de los problemas que vive el feminismo cuando se adentra en las instituciones públicas es que corre el riesgo de dejar de ser crítico, cosa que hace que las relaciones entre el feminismo de dentro y de fuera de las instituciones sean complejas.
Otras concepciones del feminismo fueron surgiendo a partir de la segunda mitad del siglo XX hasta nuestros días. En torno a 1960 surgió el Feminismo negro o Afrofeminismo, fruto del deseo de integrar en la causa de las mujeres aspectos más concretos, como la etnia, la clase social y otros ejes de identidad. En el caso del feminismo negro se trata fundamentalmente de considerar la relación entre el machismo y el racismo.
Una de las nociones importantes que aporta este feminismo es el concepto de interseccionalidad, también conocido en Europa como discriminación múltiple. Significa que las diferentes categorías sociales que posee configuran a cialquier persona, como el sexo, la etnia a la que pertenece, su clase social, su nacionalidad, su edad o su religión están solapadas e interrelacionadas entre si, dando lugar a un sistema de opresiones mayor que la que se produce por el mero hecho de ser mujer. La no consideración de estas variantes sociales -como hacía el feminismo que se refería a la mujer blanca- hace que la problemática de la mujer negra quede invisible.
Otras de las aportaciones del feminismo negro es la teoría del punto de vista. La aplicación de esta teoría sobrepasa el ámbito del feminismo y de la mujer negra. Su utilidad se advierte en cualquier campo del conocimiento. Quiere decir lo siguiente. Imagina que en una mansión viven el dueño y varios sirvientes. ¿Pensarán lo mismo de esa mansión el dueño y los sirvientes? Parece claro que no, que el dueño verá la mansión como un lugar en el que vive con comodidades, como su hogar en el que está a gusto; en cambio, los sirvientes la considerarán como el lugar en el que trabajan para otro y, posiblemente, estén deseando que acabe su jornada para salir de allí. Ambos tienen puntos de vista diferentes. Uno ve la realidad desde el punto de vista del privilegiado, mientras que los otros la ven desde el de los oprimidos.
Quien adelantó la aplicación de esta teoría del punto de vista al feminismo fue la antropóloga Carol Stack (n. 1940), autora de Todos nuestros parientes, obra de 1974, en la que analiza las relaciones entre raza y género. Unos años antes, en 1965, Daniel Patrick Moynihan (1927-2003) había publicado un informe en el que comparaba la familia negra con la de la clase media americana. En él afirmaba que la primera se caracterizaba por los matrimonios rotos, las familias monoparentales, los hijos ilegítimos o la violencia. Carol Stack criticó este informe diciendo que estaba realizado desde una perspectiva capitalista ajena a las características de la familia negra, que estaba basada en la cooperación y el cuidado de los demás, y que solo cabía entenderla desde el interior de esa clase de familias. Esta crítica fue un avance para que se aplicara la teoría del punto de vista a la problemática de las mujeres negras.


Esta teoría fue creada por Sandra Harding (n. 1935) en su libro Ciencia y feminismo, de 1986. A su juicio, la situación de las mujeres siempre ha sido estudiada desde la perspectiva masculina. La mirada de la mujer ha estado ausente del estudio de su realidad. El punto de vista de la mujer era, pues, necesario. Esta postura fue criticada por Donna Haraway (n. 1944), que afirma que hay muchos tipos de mujeres y, por consiguiente, muchos puntos de vista diferentes. Esto le lleva a negar que haya que oponer la visión de la mujer a la del hombre, pues ambas son subjetivas. Lo que hay que intentar es encontrar un conocimiento que sea objetivo. Me parece una meta difícil, que quizá tenga que recurrir a una unión de subjetividades que no sé si terminará reflejando bien la realidad.


El feminismo descolonial, llamado también feminismo periférico, se da sobre todo en Latinoamérica, aunque su principal teorizadora es la socióloga india Chandra Talpade Mohanty (n. 1955). Su punto de partida es que desde los tiempos de la colonización, tanto el patriarcado como la situación de la mujer han sido fruto de una visión eurocéntrica. Esto ha generado un estado de desigualdades y de injusticias, en la que las mujeres indígenas han salido mal paradas. Los hombres han reproducido el modelo de patriarcado occidental y lo han superpuesto al que ya tenían en los países colonizados. Las mujeres, por su parte, han tenido que compararse con el modelo de mujer blanca, a costa, a veces, de perder su vida de indígenas y de no encontrar una alternativa viable. Este feminismo lo que busca es que las mujeres sean capaces de pensar su situación al margen de la influencia colonial que todavía sufren.
Este feminismo se entiende mejor desde la perspectiva de Abya Yala, que es el nombre más antiguo que se conoce de América, dado por sus habitantes antes de la llegada de Cristóbal Colón. Dicha expresión connota una concepción del territorio ligado a lo humano. La vida está ligada al territorio. De ahí que su postura sea radicalmente contraria a la presencia cada vez mayor de las industrias extractivas, petroleras e hidroeléctricas, porque generan tierras devastadas, peligros para la biodiversidad y un enorme crecimiento de las desigualdades entre mujeres y hombres. A juicio de las defensoras de Abya Yala, las industrias extractivas ofrecen empleos -a veces inexistentes- a los hombres, no a las mujeres, a cambio de las tierras. Como consecuencia, desaparecen las fuentes de agua y la tierras de cultivo y, a la vez aumentan las contaminaciones, con lo que la manera de subsistir de los indígenas desaparecen. La mano de obra masculina hace que crezca el número de prostíbulos, lo cual incrementa la violencia sobre las mujeres, así como su pobreza. De aquí que haya surgido este feminismo, en el que las mujeres defienden el territorio, porque eso equivale a defender sus propios cuerpos y sus propias vidas.
En la próxima entrega daremos por terminada esta visión panorámica de las diversas interpretaciones del feminismo existentes en la actualidad.
Manuel Casal (San Fernando (Cádiz), 1950) es licenciado en filosofía por la U.C.M. y Catedrático de filosofía de Enseñanza Secundaria. Ha publicado varios libros explicativos de los textos propuestos para las pruebas de acceso a la Universidad, así como el titulado En pocas palabras. Aforismos. Ha participado en otros trabajos colectivos de diversa temática, como Mensajes en una botella, Ángel de nieve, Espíritu de jazz o El oasis de los miedos. Colabora en revistas y periódicos y mantiene el blog Casa L, en donde se reflexiona sobre asuntos de actualidad.
Correo electrónico: manuelcasalf@gmail.com
Blog Casa L: www.manuelcasal.blogspot.com
Facebook: facebook.com/manuel.casal/
Instagram: instagram.com/casal.manuel/
Pinterest: pinterest.es/manuel4444
Twitter: twitter.com/manuelcasalf
Un comentario en “Feminismos/5. Feminismos intitucional, negro y descolonial. Por Manuel Casal”