Compositoras y docentes. ¡Música, maestras!

Por Marta Muñiz Rueda

Sección: Mujeres en la Música

Lunes, 13 de diciembre. 2021

Durante estos meses como Masticadores de Letras hemos reflexionado sobre muchas compositoras silenciadas, de diversas culturas y épocas. También hemos recalado en la trayectoria de mujeres intérpretes, sopranos o cantautoras y lo haremos en vidas de directoras, pero uno de los campos en el que muchas mujeres han realizado y realizan una labor francamente importante es la docencia. Y me van a permitir que en diversos momentos sea este un artículo muy personal y subjetivo, pues tras 26 años de profesión no me veo capaz de colgar mi bata en el perchero y hacerles creer que puedo ser, en este tema, imparcial u objetiva.

Lily Boulanger

La docencia es un factor esencial en cualquier disciplina artística, humanística o científica. Es lo que marca la diferencia entre el éxito o el fracaso de esa materia en un país. Por desgracia, España siempre le ha concedido a la música un papel muy secundario en la educación y la formación de sus ciudadanos y sigue haciéndolo, no nos engañemos. La música está presente en el currículo de Primaria y Secundaria como una de esas materias aleatorias que un año se da y al siguiente desaparece, sin un itinerario exigente, más bien actúa como una asignatura de relleno para subir nota o de relax cuando así resulta necesaria. Y los Conservatorios no son capaces de atender la demanda de una población a la que sí le gustaría tocar un instrumento, pero el sistema, una vez más, lo hace complicado y difícil; sin embargo, aunque todo ello guarde relación, este no debería ser el tema principal de este artículo, sino cómo puede influir el papel de las mujeres en la enseñanza de la música.

Históricamente, las pocas compositoras que en el mundo han sido nunca han contado con el interés de los profesores. Nunca hasta el año pasado o unos dos años a lo sumo.

La recuperación de este patrimonio femenino es muy reciente y estoy convencida de que se debe al impulso de las propias docentes, sin que este punto de vista excluya injustamente a algunos profesores varones. En todo caso, resulta demoledor que hayan hecho falta 21 siglos para reconocer a la mujer en el arte del sonido.

Evidentemente, no pedimos la igualdad o paridad de nombres masculinos y femeninos en la programación de cada curso de instrumento, eso no es posible y sería una aspiración absurda, ya que cada nivel requiere la ejecución de obras de diversos estilos y en el pasado muy pocas mujeres tenían acceso a la cultura y menos aún a una educación musical. Por eso tan sólo prosperaron o han llegado hasta nosotros partituras de “hermanas, esposas, amantes”, solo las muy cercanas a los grandes genios lograron prosperar y componer, aunque fuera a escondidas y ello las catapultara a ser denigradas. Anna Magdalena Bach recopiló gran parte de la obra de Johan Sebastian y otros alumnos suyos. Nannerl apoyó a su hermano Wolfang, Fanny Mendelssohn publicó parte de su obra bajo el nombre de su hermano Félix y seguramente Clara Wieck pudo camuflar también parte de su producción a través de Robert Schumann. Lo sabemos, contamos con ello. No nos resulta extraño para nada. De hecho, siempre que escucho el Preludio I de ‘El clave Bien Temperado’, hay algo que me acerca a Anna y me aleja de Johan en esa obra. Pero es solo una impresión, no hay certezas.

Clara (Wieck) Schumann

Algunos nombres de mujer no tuvieron más remedio que firmar sus obras, aunque con ello firmasen un pacto sine die con el olvido. Es el caso de Hildegard von Bingen, Cecilia Chaminade, Lily Boulanger, Amy Beach, Francesca Caccini y muchísimas más que poco a poco irán convirtiéndose en parte de nuestro bagaje cultural, pero no deja de ser muy triste que aún hoy, si buscáis en Google ‘compositoras famosas’, el 90% de los nombres son masculinos y es terrible que en 26 años de profesión por primera vez este año vaya a poder trabajar con un alumno un Preludio y Fuga de Clara Schumann. No se imaginan la emoción que me produjo encontrarme al fin con ella en alma y partitura. Un cuarto de siglo buscándonos.

Cécile Chaminade

La programación oficial de los conservatorios comienza a incluir algunos nombres. Desde hace unos tres años figuran como posibilidades de repertorio Cecilia Chaminade, y Teresa Carreño, por ejemplo. La ABRSM británica es mucho más valiente en este aspecto, desde hace cuatro años el cuarenta por ciento de su programación responde a compositoras femeninas, incorporando a sus libros a creadoras de diversos orígenes y a autoras contemporáneas, como Ni Hongjin, Heather Hammond, Nikki Iles, Martha Mier, Barbara Adams o Cecilia Mc Dowall. Muchas de ellas, por cierto, trabajan como profesoras y la mayoría de sus composiciones iniciales fueron trabajos que elaboraron con intención didáctica pensando en sus propios alumnos. Digamos que la docencia en estos casos actuó como punto de partida previo a la composición. No es extraño este aspecto en el mundo anglosajón, en el que los músicos están muy bien valorados, se destinan muchos fondos a la promoción de jóvenes intérpretes, educadores y compositores llegando al pleno empleo y siendo esta actividad una de las más respetadas socialmente y mejor remuneradas económicamente. Sorprendente. ¿verdad?

Nada que ver con la mentalidad española ni la concepción que tradicionalmente se ha tenido de la música en el mundo latino. Una ocupación de borrachos o vividores o una simple afición o hobbie. En nuestra cultura el simple hecho de querer ser músico ha sido un acto de rebeldía, no se puede negar.

Por eso contamos con tan pocos nombres de compositores célebres en España. Falla, Granados, Albéniz, Turina, Mompou, María Rodrigo, Antonio de Cabezón y el Padre Soler. Poco más ha llegado a primera fila. Pero desde la docencia podemos hacer mucho para cambiarlo. Es nuestro deber rescatar del olvido a las compositoras que han sido. Es nuestro deber impulsar el talento nuevo y, sobre todo, es nuestra misión lograr que todo, presente, pasado y futuro, sea respetado.


Marta Muñiz Rueda (Gijón, 1970) es escritora y músico. Ha publicado libros de poesía (El otoño es nuestro, Libro de la delicadeza), la novela Tiempo de cerezas, y los libros de cuentos 13 cuentos dementes Anna y las estrellas. Desde pequeña su vida ha estado ligada al aprendizaje y la enseñanza del piano y la composición, ya que todas las mujeres de su familia han estudiado interpretación. Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Oviedo y titulada profesional de piano por los Conservatorios de Gijón y León. Como compositora puso música a poemas y textos de Miguel de Cervantes y Lope de Vega en la obra ‘Duelo de ingenios’, actuando a dúo con la soprano Ana Clara Vera Merino, estrenándose con gran éxito en la Biblioteca Pública de León. También es autora de cuatro obras de teatro musical infantil en la compañía de la que forma parte, ‘Moraleja de la candileja’. Ha participado en numerosos eventos artísticos, antologías, revistas culturales y es columnista de opinión del diario de información general La Nueva Crónica.

4 comentarios en “Compositoras y docentes. ¡Música, maestras!

  1. Gracias por descubrirnos el importante papel de las mujeres en la docencia de la música. Como en otras áreas, el camino hacia la visibilización pasa por nuestras manos, porque lo que está claro es que talento sobra para que las tengamos como referencia.

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